Siria ha sido devastada por un conflicto que ha infligido profundas heridas a su medio ambiente. Los suelos y las aguas, contaminados por residuos tóxicos derivados de las armas de guerra, amenazan la agricultura y la salud pública. Los bosques, diezmados por talas ilegales e incendios, han visto desaparecer parte de su biodiversidad. El colapso de las infraestructuras de gestión de residuos agrava las condiciones sanitarias, exponiendo a las poblaciones a mayores riesgos.
Desde 2011, Siria es el escenario de un conflicto que ha causado cientos de miles de muertes y desplazado a millones de personas. Las infraestructuras del país están en ruinas, y la economía está desangrada.
Las consecuencias de esta guerra no se limitan a las pérdidas humanas y a las destrucciones materiales. El medio ambiente también ha sufrido daños considerables. Los suelos y las aguas están contaminados por los residuos de armas y los escombros de guerra, peligrosos para la agricultura y la salud pública. Los bosques, diezmados especialmente debido a la tala ilegal para leña, registran una pérdida significativa de biodiversidad.
Estas degradaciones ambientales constituyen una crisis ecológica insidiosa y duradera, y una amenaza para la salud de las poblaciones y el futuro del país. La comunidad internacional debe tenerlo en cuenta en la reconstrucción post-conflicto y apoyar los esfuerzos para restaurar el equilibrio ecológico de Siria.
Contaminación de suelos y aguas
El uso de armas explosivas en Siria ha provocado una contaminación significativa de los suelos y las aguas por sustancias nocivas como metales pesados y combustibles. Estos contaminantes tienen graves repercusiones en la agricultura y la salud pública. Por ejemplo, durante la batalla de Wadi Barada entre diciembre de 2016 y enero de 2017, los enfrentamientos dañaron la fuente de Ain al-Fijah, privando así a la capital de su principal suministro de agua potable. Esta interrupción ha expuesto a millones de personas a mayores riesgos sanitarios.
Por otro lado, la contaminación de los suelos también afecta la agricultura siria. Las tierras dañadas ven disminuir su fertilidad, lo que compromete las cosechas y la seguridad alimentaria de las poblaciones locales. Los agricultores se ven obligados a cultivar en suelos empobrecidos, resultando en una disminución de la producción agrícola y de sus ingresos.
« Las tierras producen hoy menos del 30% de lo normal. Y con la escasez, también tenemos que pagar el suministro de agua, testifica Ahmad, agricultor de la región de Idleb. Mi esposa y mis tres hijos apenas logramos comer y beber de nuestro trabajo. »
Deforestación y pérdida de biodiversidad
La guerra en Siria ha provocado una deforestación masiva, exacerbando los desafíos ambientales y socioeconómicos del país. Zonas forestales han sido destruidas por incendios y talas ilegales, a menudo para satisfacer las necesidades de leña de las poblaciones que enfrentan escasez de combustible y prolongados cortes de electricidad. Según la ONG Global Forest Watch, Siria ha perdido el 26 % de su cubierta arbórea desde 2000, una tendencia agravada por el conflicto que comenzó en 2011.
Provincias como Latakia, Homs y Alepo han sufrido particularmente, perdiendo más del 36 % de sus superficies forestales desde el inicio del conflicto.
Esta ola de deforestación afecta la biodiversidad, la resiliencia climática y los medios de vida de las comunidades locales. Los bosques, que albergaban una fauna y flora diversas, ven amenazado su ecosistema. Esto compromete los servicios ecosistémicos esenciales como la regulación del clima y la protección de los suelos contra la erosión.
La reducción del manto forestal también disminuye la capacidad de las comunidades para adaptarse a los cambios climáticos. Además, aumenta su vulnerabilidad a eventos meteorológicos extremos. En cuanto a las poblaciones locales que dependen de los recursos forestales para su subsistencia, se ven privadas de fuentes de ingresos y materiales esenciales. Esto agrava, evidentemente, su precariedad económica.
« Antes, una buena parte de nuestra dieta dependía de nuestro ecosistema: Malva de flores pequeñas (Malva parviflora), Cardo (Eryngium), Altea (Hibiscus syriacus), Orquídea macho (Orchis mascula)… Hoy en día, casi no encontramos estas plantas que constituían fuentes gratuitas de alimento », observa Alya, ama de casa en Tartous.
Infraestructuras de gestión de residuos
Antes del conflicto, la gestión de residuos ya era deficiente, con aproximadamente el 80 % de los desechos sólidos domésticos eliminados en vertederos a cielo abierto, contribuyendo a la contaminación del agua, del suelo y del aire. Pero el colapso de las infraestructuras de gestión de residuos en Siria ha exacerbado aún más estos problemas ambientales y sanitarios. La acumulación de residuos no tratados aumenta la insalubridad y favorece la propagación de enfermedades.
« Antes nuestro barrio era uno de los más exclusivos de Homs. Hoy estamos inmersos en los desechos. Nuestros vecinos han organizado un sistema de recolección para evitar problemas sanitarios y olores, pero los contenedores a las puertas del barrio siguen desbordados. », se lamenta Samir, que ha pasado de un barrio elegante de Homs a un barrio marginal invadido por los desechos.
Perspectivas de rehabilitación
La rehabilitación del medio ambiente sirio, tras más de una década de guerra, requiere por lo tanto un enfoque concertado y sostenible, con la implicación de las autoridades locales y actores internacionales. La reforestación, especialmente en el norte y oeste de Siria, es esencial para restaurar la biodiversidad y limitar la desertificación. La restauración de los suelos agrícolas, destruidos por los bombardeos y la contaminación, es crucial para revitalizar la producción alimentaria. Una gestión eficaz de los residuos, con sistemas de recolección y tratamiento, también es indispensable para proteger la salud pública. Todo ello en un contexto de cooperación política y apoyo financiero internacional, que son esenciales.

Foto de portada: El 36 % de las superficies forestales han desaparecido desde el inicio del conflicto © Sana