Continent méditerranéen

UNOC3 : el Mediterráneo se moviliza, los Estados temporizan

Mientras el Mediterráneo concentra las vulnerabilidades climáticas y las presiones antropogénicas, hace dos meses en Niza (9 al 13 de junio de 2025) la 3ª Conferencia de la ONU sobre el océano vio desplegar una abundancia de iniciativas locales, científicas y ciudadanas en todos los ámbitos involucrados. Frente a estas expectativas y múltiples propuestas muy concretas, la cumbre ratificó algunos compromisos diplomáticos considerados demasiado tímidos ante la urgencia, dejando un sabor a incompleto a aquellos que actúan en el terreno a diario.

Este artículo es un resumen de una serie publicada en 22-med en junio 2025 dedicada a la UNOC3. Los 4 artículos originales se pueden encontrar en la temática Un mundo frágil en los 11 idiomas utilizados en el sitio.

El Mediterráneo, mar cerrado entre los más contaminados del globo, concentra todas las presiones: plásticos, sobrepesca, betonización costera, invasión de especies exóticas, aumento del nivel del mar. A la víspera de la 3ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre el océano, varios Estados ribereños han presentado un estado de situación preocupante.

Un mar en sobrecalentamiento, Estados rezagados

En Túnez, cerca de 500,000 toneladas de plástico son vertidas al mar cada año. Argelia lucha contra la contaminación petrolera y la sobreexplotación pesquera. España multiplica las “banderas negras” en sus playas. El Líbano aún vierte el 85% de sus aguas residuales sin tratamiento. Italia enfrenta la inercia política, mientras que Turquía lucha por hacer olvidar el desastre del mucílago en 2021. Ante estos alarmantes constataciones, los compromisos asumidos antes de la cumbre han sido muy contrastados. Si algunos países han elaborado estrategias nacionales (Túnez, Argelia), otros, como Italia o Israel, han permanecido discretos. Francia, anfitriona de la cumbre, ha destacado sus proyectos científicos (PHAROS, ADEN-Med) y las políticas climáticas experimentadas en la Región Sur. En Niza, los gobiernos mediterráneos fueron numerosos en recordar sus prioridades nacionales: Grecia insiste en la ratificación del tratado BBNJ, Líbano en la gestión de residuos, Italia en la cooperación hídrica. Pero las respuestas siguen siendo a menudo sectoriales, sin una estrategia integrada para este mar común.

Voces ciudadanas proponen soluciones concretas

En contraposición a estas lentitudes estatales, han emergido voces ciudadanas, científicas y asociativas con una nueva fuerza. Corlie Glémas, joven mensajera de campo, ha recorrido la costa mediterránea para llevar la voz de los pescadores, monitores y habitantes invisibles de las grandes negociaciones. Apoyada por Pure Ocean y Watch the Sea, ha encarnado esta voluntad ciudadana de una gobernanza más humana y conectada a las realidades locales. MerTerre, a través de su directora Isabelle Poitou, ha abogado por la interconexión de los datos provenientes de las recolecciones de residuos. Con su plataforma Cero Residuos Salvajes, defiende una ciencia participativa rigurosa y utilizable por los tomadores de decisiones. Natalie Quévert, de Sea Index, presentó la primera herramienta independiente de evaluación ambiental de yates de lujo, para incentivar a armadores y puertos a priorizar los barcos menos contaminantes. “No señalamos con el dedo. Proponemos una cuadrícula neutra para decisiones informadas”, resume. A la víspera de la cumbre, en el viejo puerto de Marsella, científicos, industriales y federaciones de navegantes presentaron el fruto de 5 años de investigaciones para descarbonizar la navegación. Kits híbridos eléctricos permiten limitar las emisiones de los motores contaminantes de barcos de recreo de menos de 12 metros, es decir, el 90% de la flota de 428,000 unidades que navega por la costa mediterránea francesa. Estos prototipos, cofinanciados por la Región Sur, permiten una transición realista, a bajo costo, y podrían ser generalizados desde mañana. Dominique Robin (AtmoSud), Michel Lamberti (Federación náutica) o Cyprien Fontvieille (Neede) hacen un llamado a una regulación específica para la franja costera de 300 metros, zona crucial para la biodiversidad.

Promesas... y frustraciones

La cumbre de Niza, si bien reunió a más de 120 países y permitió avances diplomáticos (tratado contra el plástico firmado por 95 Estados, corredores digitales, red de puertos verdes), deja sin embargo un sentimiento de insuficiencia. “Afortunadamente hay acciones locales, porque este tipo de cumbres no conduce a nada concreto,” sentencia Renaud Muselier, presidente de la Región Sur, quien reivindica un papel pionero en la electrificación de puertos, la protección de la posidonia o el apoyo a la navegación sostenible. Su vicepresidente a cargo de la comisión de mar costero, Christophe Madrolle, celebra el aumento de la presencia de científicos en los debates, pero advierte: “Ahora hay que transformar la urgencia en decisiones.”
Porque el desfase está ahí. En el terreno, los ciudadanos actúan, las ONG innovan, las colectividades experimentan. Pero en la cumbre, los compromisos siguen siendo poco vinculantes. A imagen de Adrien Piquera (Nature Peinture) que lamenta: “Hemos firmado una declaración sobre el plástico, pero sin Estados Unidos, China, ni las petromonarquías. Se necesita un verdadero derecho de los océanos.” Una voz compartida por Anne Claudius-Petit, presidenta del Parque de Camarga, que alerta sobre la vulnerabilidad de los delta ante el aumento del nivel del mar. Y concluye: “Esta cumbre ha permitido establecer alianzas técnicas. Ahora hay que concretarlas.”

El Mediterráneo, este laboratorio al aire libre, seguirá siendo un desafío estratégico. Un mar común con destinos entrelazados. La UNOC3 lo ha recordado. Pero para cambiar la situación, las voces de los territorios deben dejar de ser murmullos en el ruido diplomático.

Un superyate en una cala de Palma de Mallorca © Matias Mango

Foto de portada: Una experimentación a gran escala en Marsella © DR