Siria

Restaurar el patrimonio sirio para relanzar la economía del turismo

Devastada por la guerra, Siria intenta hoy reconstruir su futuro a través de la restauración de su patrimonio. Entre ruinas milenarias y esperanza colectiva, el país apuesta por la cultura para relanzar un turismo sostenible y devolver la vida a su economía. Apoyados por la UNESCO y varias ONG, programas de formación, digitalización y conservación están devolviendo a los sirios los medios para proteger su memoria.

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Restaurar el patrimonio sirio para relanzar la economía del turismo
22-med – octubre 2025
• En Siria, la restauración del patrimonio se convierte en un motor de relanzamiento económico y de resiliencia colectiva.
• Desde Palmira hasta Alepo, las iniciativas locales e internacionales reconstruyen mucho más que piedras: una memoria compartida.
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Antes de 2011, el turismo en Siria era un motor económico esencial. Más de 8 millones de visitantes, el 14 % del PIB, miles de empleos directos e indirectos dependían del atractivo cultural del país. Catorce años después del inicio del conflicto y la caída del régimen de Assad, la restauración del patrimonio cultural aparece cada vez más no como un lujo, sino como un palanca estratégica de resiliencia económica, social e identitaria.

De la guerra a la ruina: el patrimonio cultural como objetivo

Cuando estalló el conflicto sirio, no solo se trató de territorios, sino también de memoria. Entre los seis sitios sirios clasificados como patrimonio mundial de la UNESCO, cinco han sufrido graves degradaciones — Palmira, la ciudadela de Alepo, el Krak de los Caballeros, las Ciudades Muertas, así como la ciudad vieja de Damasco — debido a bombardeos, saqueos y actos de vandalismo. Solo Bosra ha sido preservada parcialmente. El diagnóstico es desolador: a finales de 2013, alrededor de 289 sitios turísticos habían sido dañados o se habían vuelto inaccesibles.

Palmira se ha convertido en el símbolo trágico de esta destrucción. Este sitio, que antes era visitado por cerca de 150,000 personas cada mes, vio sus templos de Baalshamin y Bel destruidos en 2015 por el Estado Islámico, así como el Arco de Triunfo y la gran columnata. El arqueólogo Khaled al-Asaad, guardián del lugar, fue asesinado. El castillo de Fakhr al-Din, que domina las ruinas, se transformó en un cuartel militar. Los saqueadores realizaron excavaciones clandestinas, dispersando vestigios en el mercado negro. En Alepo, el zoco histórico y la ciudadela fueron devastados, mientras que en el Krak de los Caballeros, los bombardeos y el terremoto de 2023 han acentuado la fragilidad de las estructuras.

En este contexto, restaurar estos sitios se asemeja a una carrera contrarreloj . Como observa Ayman Al-Nabo, director del Centro de Antigüedades de Idlib: “el patrimonio aún no es una prioridad, mientras que cada día de retraso es una amenaza adicional para lo que queda.”

Pero la sombra del pasado también lleva una luz de esperanza. Desde principios de 2025, la UNESCO ha reanudado sus operaciones en Siria, interviniendo primero en el museo nacional de Damasco con un proyecto de “primeros auxilios culturales”: aseguramiento de infraestructuras, restauración de objetos, digitalización del patrimonio documental y formación de equipos locales. El presupuesto inicial es modesto — 150,000 euros —, pero el gesto es altamente simbólico.

Sobre el terreno, ONG como Blue Shield o Heritage for Peace acompañan programas de formación de artesanos y jóvenes sirios en restauración, conservación digital y gestión museística. Estas iniciativas recrean empleos locales, reavivan el vínculo con las comunidades y refuerzan la cohesión cultural. Todos estos son objetivos esenciales en una Siria en busca de un nuevo contrato social.

Desde el punto de vista científico, este enfoque está justificado: el patrimonio no se reduce a las piedras, sino que encarna relatos, habilidades e identidades. Un estudio reciente del Buildings Journal muestra que, para que la reconstrucción sea sostenible, es necesario articular preservación, turismo responsable y gobernanza inclusiva, es decir, asociar a los habitantes en las decisiones, fortalecer sus habilidades y garantizar la transparencia.

En Palmira como en Alepo, grupos de arquitectos, arqueólogos y artesanos colaboran para estabilizar las estructuras más vulnerables. Campañas de excavaciones legales, documentación 3D y recolección de testimonios históricos buscan hacer posible una restauración informada, en lugar de un simple “lifting”. Según la agencia AP, expertos ya han regresado a los sitios, con la esperanza de reavivar un turismo local incluso antes del regreso de los turistas internacionales.

Un turismo “repensado”, una economía en germinación

Siria no busca un retorno inmediato al nivel anterior a la guerra. De hecho, las restricciones persisten: sanciones internacionales, fragmentación política, fuga de talentos, inestabilidad de seguridad. Pero las restauraciones emprendidas sirven como palanca para repensar el turismo desde una perspectiva sostenible.

Tomemos el ejemplo de Alepo: reconstruir el zoco, la ciudadela y casas patrimoniales como el Beit Ghazaleh (palacio otomano del siglo XVII gravemente dañado), es devolver la vida a barrios históricos que pueden acoger artesanos, galerías culturales y alojamientos con encanto. La reapertura del museo de Idlib, a pesar de los daños sufridos, muestra cómo una ciudad mediana puede recuperar su lugar en el mapa cultural del país.

El turismo local, aunque restringido, puede generar ingresos para las comunidades, incentivar la preservación y sensibilizar a las nuevas generaciones. A largo plazo, los visitantes internacionales podrían regresar, motivados no por un espectáculo efímero, sino por un patrimonio restaurado.

Además, la diáspora siria podría desempeñar un papel clave: invirtiendo en proyectos patrimoniales, regresando con experiencia o capital humano, puede contribuir a superar el doble desafío de la credibilidad y el vínculo con el extranjero.

Obstáculos y desafíos políticos

No obstante, el camino está lleno de obstáculos. La falta de mano de obra calificada, acentuada por la fuga de académicos y especialistas durante la guerra, debilita los proyectos. Las sanciones internacionales complican el acceso a materiales, financiamiento y asociaciones extranjeras. El control territorial fragmentado, la desconfianza política y la urgencia humanitaria dificultan la coordinación.

Finalmente, restaurar el patrimonio en una Siria en transformación implica cuestionar los relatos nacionales: ¿quién controla la historia? ¿Quién decide qué se restaura o “reescribe”? El nuevo poder, surgido en parte de la fuerza Hayat Tahrir al-Sham (HTS), ha mostrado un interés simbólico por el patrimonio, pero la prudencia sigue siendo necesaria. Iniciativas como la asociación de los Cascos Blancos, históricamente comprometida con el rescate, ahora se dedican a la cartografía y protección de sitios como Alepo, Palmira o el Krak de los Caballeros — una señal fuerte de convergencia entre lo operativo y lo simbólico.

Para que esta apuesta tenga éxito, será necesario garantizar una gobernanza transparente, una inclusión efectiva de las comunidades locales, una priorización equilibrada entre necesidades humanas inmediatas e inversiones patrimoniales. Sin esto, el patrimonio restaurado corre el riesgo de ser percibido como un espejismo, en lugar de un fundamento de renacimiento.

Hacia una identidad económica recuperada

Devolver la vida a las piedras no es simplemente reconstruir un decorado. Es relanzar una economía, reconstituir el tejido social, reafirmar una memoria. En una Siria debilitada, la restauración del patrimonio podría convertirse en un catalizador de turismo cultural, un generador de empleos y un referente simbólico para la nación que se debe reconstruir.

Si la UNESCO, las ONG y actores locales convergen, su éxito dependerá aún de una transición política que reconozca el patrimonio como un bien común que nutre el futuro, no como un simple instrumento de prestigio. En este entrelazado de ruinas, es una identidad económica basada en la cultura la que los sirios intentan hoy reconstruir piedra a piedra.

Ruinas del teatro antiguo de Palmira © Agencia Árabe Siria de Información

Foto de portada: las ruinas de Palmira, destruidas en 2015 por el Estado Islámico © Agencia Árabe Siria de Información