Frente a las olas de calor, sequías o incendios que se intensifican, las ciudades del Mediterráneo deben repensar sus modelos para adaptarse a los cambios climáticos. En La Valette-du-Var, cerca de Toulon, esta transición pasa por la vegetación, el desarrollo sostenible, y sobre todo la participación activa de los habitantes, en el marco de una experimentación inédita conducida con la asociación NEEDE.
Por Olivier Martocq - periodista
Las ciudades mediterráneas, sometidas a un clima cada vez más extremo, no tienen más opción: deben anticipar, adaptarse, y sobre todo involucrar a sus habitantes en la construcción de soluciones sostenibles. En La Valette-du-Var, municipio de 23,000 habitantes situado al pie de la cordillera del Coudon, el alcalde Thierry Albertini ha hecho de esto un eje central de su mandato. Desde 2022, la ciudad ha inscrito los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU en el corazón de sus proyectos municipales. Un rumbo que le permite estructurar una política local ambiciosa de transición ecológica. « La Valette-du-Var está comprometida en un enfoque global », insiste el edil, quien reivindica una serie de acciones concretas: más de 7,000 árboles plantados en el entorno urbano, escuelas sostenibles certificadas como Edificios Sostenibles Mediterráneos, una gestión optimizada del agua potable (con un índice de rendimiento del 93 %), e incluso un embalse transformado en parque durante la época seca, galardonado con el Premio de la transición ecológica de la Asociación de alcaldes de Francia. A esta estrategia de fondo se suman gestos visibles del día a día: plazas vegetadas, carriles bici con revestimiento ecológico Urbalith, o acciones de sensibilización en las escuelas a través de los programas Watty o Écopousse. « Son tantos pequeños hitos que refuerzan nuestra resiliencia », explica el alcalde.
La experimentación (RE)generations: co-construir la ciudad del mañana
Pero una de las experiencias más innovadoras llevadas a cabo en los últimos meses es la del programa (re)generations, lanzado con Neede, especializada en el acompañamiento de territorios y poblaciones en las transiciones ecológicas. Objetivo: crear un espacio de reflexión colectiva sobre la ciudad del mañana, reuniendo a públicos diversos — jóvenes del consejo municipal de niños, ancianos del consejo de sabios, asociaciones locales, actores económicos, agentes municipales y elegidos. « No se trataba de proponer una ecología tecnocrática o punitiva, sino de hacer que cada uno fuera actor del cambio », resume Thierry Albertini. Durante un foro participativo organizado el 27 de junio, los participantes subrayaron el beneficio de este cruce de miradas, especialmente entre generaciones. Si se expresaron dudas sobre la viabilidad de algunas ideas, la dinámica iniciada parece dar sus frutos: varios habitantes se dijeron dispuestos a convertirse en embajadores de la transición ante su entorno.
El desafío presupuestario: rigor y asociaciones
En un contexto de reducción de las ayudas del Estado y de tensión presupuestaria para las entidades locales, ¿cómo financiar estos proyectos? El alcalde se muestra pragmático. « Un rumbo claro, un rigor presupuestario, y una búsqueda activa de subvenciones permiten avanzar. » Cita los 680,000 euros obtenidos a través del Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER) para las nuevas escuelas del sur de la ciudad, o el apoyo del Departamento del Var para la renovación del estadio Angelin-Segond. El municipio también destaca el ODS n°17 sobre las asociaciones, multiplicando las cooperaciones a nivel local, nacional y europeo.
Esta voluntad de crear redes también se refleja en la gestión del territorio. La Valette-du-Var trabaja en conjunto con los municipios vecinos de La Farlède, Le Revest-les-Eaux y la metrópoli Toulon Provence Méditerranée. Con esta última, se ha firmado recientemente un convenio para ampliar el perímetro del Comité Comunal de Incendios Forestales (CCFF) y proteger mejor la cordillera del Coudon, pulmón verde del municipio y sitio emblemático clasificado como bosque comunal desde 2019. A sus pies, el Conservatorio del olivo — en proceso de rehabilitación — reúne cerca de 80 especies del Mediterráneo. Un símbolo del vínculo profundo entre la ciudad y su territorio.
En materia de urbanismo también, las transformaciones ya están en marcha. El municipio ha desarrollado cerca de 10 km de carriles bici seguros, diseñados para conectar los establecimientos escolares y desbloquear ciertos barrios, en una lógica de movilidad suave e inclusión. « Es una respuesta a los nuevos usos, pero también una anticipación de las restricciones que vendrán », señala el alcalde.
En este panorama donde los alcaldes a menudo se enfrentan a la magnitud de los desafíos climáticos, esta experiencia se distingue por su coherencia, su voluntad de inclusión, y su anclaje en la realidad. « No se puede imponer una transición desde arriba », concluye Thierry Albertini. « Hay que construirla con los habitantes, a su ritmo, teniendo en cuenta sus prácticas y aspiraciones. » Una ecología del día a día, arraigada en el territorio, y llevada colectivamente: quizás ahí radica la clave de la resiliencia mediterránea.

Foto de portada: Lo impensable ocurrió el 8 de julio en Marsella. Un fuego avivado por un viento violento proveniente de un municipio vecino ha alcanzado los barrios del norte de la ciudad a pesar de la acción del batallón de bomberos marinos desplegado de inmediato sobre el incendio. Un episodio que se produce al final de un periodo de ola de calor particularmente precoz y largo.