Cerca de dos millones de marroquíes han abandonado las zonas rurales en los últimos diez años, según el Alto Comisionado para el Plan (HCP). Para remediar esta situación, Elmahdi Benabdeljalil lanzó en 2020 la ONG Amal Biladi ¿El concepto? Acompañar el desarrollo de los territorios a través de una "Academia rural de excelencia", encargada de formar prioritariamente a los jóvenes y las mujeres de los pueblos aislados o precarios en eco-construcción, agroecología y eco-turismo.
Todo parte de un doble constatación para Elmahdi Benabdeljalil, actor asociativo originario de la región de Fez, en el noreste de Marruecos. Primero, los pueblos del país se vacían. Una nota reciente del HCP (organismo encargado de las estadísticas en el país) revela que dos millones de habitantes en zonas rurales han dejado su campo en la última década. Y el desempleo, entre octubre de 2023 y octubre de 2024, ha pasado del 7 al 7,4% en estas zonas. Luego, cada pueblo es, sin embargo, portador de riquezas que permiten su propio desarrollo.
Salir de la asistencia
En 2020, este emprendedor solidario funda por lo tanto la ONG Amal Biladi, que podría traducirse literalmente como "la esperanza de mi país". “La idea era salir de las expresiones ‘el Marruecos inútil’, ‘el Marruecos olvidado’ que se oyen a menudo”, explica. “Y tener un enfoque que mezcle el aspecto social, muy importante para salir de la precariedad, y el aspecto económico, para salir de la asistencia.” Amal Biladi, en relación con un número de socios marroquíes, propone por lo tanto acompañar el desarrollo de los territorios a través de una “Academia rural de excelencia”. Esta institución funciona como un incubador, para proyectos provenientes del mundo rural y que abarcan cinco sectores de actividad: eco-turismo, eco-construcción, productos del terreno, agroecología y artesanía. Con la intención de ayudar a los actores de los ecosistemas territoriales, especialmente a las mujeres y los jóvenes, a desarrollar sus ingresos.

El Covid y luego un terremoto
El proyecto, paralizado por el COVID, se reactiva en el verano de 2023 con una experimentación prevista en tres pueblos del norte de Marruecos, en las provincias de Larache, Tánger y Chefchaouen. Pero en septiembre, el terremoto golpea el sur del país, en las regiones de Al Haouz, Taroudant y Chichaoua. El equipo de Amal Biladi decide entonces posponer el proyecto del norte para ayudar a las poblaciones afectadas. “Pudimos obtener una ayuda de emergencia de uno de nuestros socios estratégicos. A partir de ahí, pusimos en marcha una operación de apoyo psicológico con el Arte de vivir, una ONG internacional especializada en la evacuación de emociones tras una catástrofe. También recibimos donaciones extraordinarias del extranjero que pudimos enviar y distribuir en el lugar. Y que beneficiaron a cerca de 5000 personas.”
Adaptar las viviendas de emergencia de las zonas afectadas
Amal Biladi, en el lugar, también se ocupa de la cuestión de la vivienda temporal, para encontrar una alternativa a las tiendas o a los edificios prefabricados, mal aislados y no adaptados a las familias numerosas en el lugar. “Tuvimos la suerte de conocer a Elie Mouyal, un arquitecto que ha actualizado el concepto ancestral de nouala, una casita temporal, ecológica, construida con materiales locales y de bajo costo.” Hoy en día, cerca de cincuenta viviendas de este tipo han sido construidas en dos pueblos de las zonas afectadas, permitiendo acoger a 250 personas. “Una gota de agua en comparación con el impacto global, pero que sigue siendo algo importante y multiplicable.” El presidente de Amal Biladi espera ahora duplicar el número de noualas en estas zonas.
Siempre en el lugar, la ONG también trabaja en la construcción de un centro comunitario para niños y adolescentes. Pero también para facilitar el acceso al agua potable en tres escuelas primarias y dos pueblos. Y eso no es todo: Elmahdi Benabdeljalil pretende recaudar tres millones de dirhams (aproximadamente 285,000€), para traer desde Estados Unidos una caravana médica para las zonas afectadas por el terremoto. Con el fin de crear un hospital en el lugar, donde puedan trabajar los médicos locales.
Tantas experiencias en el sur que repercuten en el norte de Marruecos, que sigue en desarrollo. “Nos han permitido establecer una verdadera credibilidad a nivel institucional,” estima el actor solidario. Actualmente en gira por la región de Tánger, para reunirse con las autoridades y nuevos socios, anuncia: “Nuestra primera acción está prevista en unas semanas: una formación en eco-construcción, que permitirá otorgar certificados de maestros artesanos en este sector.” Objetivo siguiente: montar una primera casa de huéspedes, cuyo funcionamiento se inscribirá en los valores de eco-turismo y agroecología de la Academia rural de excelencia. Un modelo, del que otras regiones se apoderarán, espera Elmadhi Benabdeljalil. Para permitir el dinamismo y el emprendimiento en zonas rurales de Marruecos, pero también, ¿por qué no, en otras partes de África?
Este artículo se inscribe en una trilogía sobre la temática de la desertificación rural. Puedes encontrarlos AQUÍ
Los escolares, antídoto contra la desertificación rural
Cuando el ahorro ciudadano salva granjas

Foto de portada: Construcción de una Nouala en uno de los dos pueblos (Aït Bourd, en la comuna de Amizmiz, e Igherman, en la comuna de Assif Elmal) ©Amal Biladi