Alrededor del pan, comercios rurales desarrollan prácticas que van más allá de la simple producción alimentaria. Cultivo de variedades antiguas, fabricación artesanal, talleres abiertos al público y tiempos compartidos alrededor de la mesa estructuran espacios de trabajo, aprendizaje y acogida. A través de estos usos, granjas y panaderías se convierten en puntos de anclaje para una vida local renovada.
Durante la época de las fiestas de fin de año, 22-med cruza y pone en perspectiva soluciones que han sido objeto de artículos en el medio francés Marcelle con artículos sobre la misma temática publicados en 22-med.
Semillas del saber y semillas de cereales
Resumen del artículo de Théo Jamet, estudiante en el IEJ de Marsella, publicado en Marcelle el 14 de junio de 2025
En Mornant, a las puertas de los Monts du Lyonnais, la granja del Croissant Fertile cultiva mucho más que trigo antiguo. Fundado por Honorine Périno y Denis Mignard, este lugar mezcla agricultura campesina, panadería artesanal y transmisión de saberes. Un enfoque donde biodiversidad, pedagogía y circuitos cortos se unen para reconstituir el vínculo entre la tierra y quienes se alimentan de ella.
En la ladera de los Monts du Lyonnais, el Croissant Fertile se presenta como un espacio donde la historia agrícola se escribe en el presente. Esta granja campesina, fundada por Honorine Périno y Denis Mignard, se basa en un principio simple: cultivar variedades antiguas de trigo, transformar la cosecha en el lugar y transmitir, a través del pan, un saber milenario. El nombre del lugar hace eco al Creciente Fértil del Medio Oriente, cuna de la agricultura, al tiempo que reivindica un símbolo fuerte de la cultura panadera.
Trigos antiguos
Formada en biología vegetal y en desarrollo agrícola, Honorine Périno ha trabajado durante mucho tiempo como realizadora de documentales dedicados a la agricultura y a la biodiversidad. Estas experiencias la llevan progresivamente a cambiar de trayectoria. Su compañero, Denis Mignard, mecánico de formación, se orienta hacia el oficio de panadero-campesino. Juntos, construyen una actividad donde cada uno encuentra su lugar. Denis cultiva los cereales y asegura todas las etapas de transformación, mientras que Honorine gestiona la venta del pan y el vínculo con el público.
El corazón del proyecto se basa en el cultivo de decenas de variedades antiguas de trigo, poco productivas en volumen pero robustas y adaptadas a los caprichos climáticos. Una parte de las semillas se siembra sistemáticamente, inscribiendo la granja en una continuidad agrícola de diez mil años. Las harinas y panes producidos varían así ligeramente de un año a otro, una evolución asumida y explicada a los consumidores gracias a la venta en circuitos cortos.
Un jardín-bosque para transmitir de otra manera
Desde hace más de un año, el Croissant Fertile ha ampliado su campo de acción con la apertura de un jardín-bosque de 3,000 m². Este espacio mezcla árboles frutales, verduras y plantas aromáticas en un ecosistema pensado para la autonomía y la diversidad. Honorine Périno ve en ello una herramienta de sensibilización para descubrir la riqueza de lo vivo, mostrar que la producción alimentaria puede también ser fuente de asombro, y devolver la confianza en la capacidad de cultivar, incluso a pequeña escala.
La dimensión pedagógica ocupa un lugar central. Se organizan visitas guiadas en torno a la fabricación del pan, pero también para descubrir el jardín-bosque. A pocos cientos de metros de la granja, el colegio Pierre-de-Ronsard ha integrado estas salidas en su programa. Para los docentes, el lugar permite cruzar geografía, ciencias de la vida e historia, al tiempo que convierte a los alumnos en actores de sus aprendizajes. Para muchos de ellos, a menudo alejados del mundo agrícola, es un primer encuentro concreto con el ciclo del grano al pan.
El circuito corto como vínculo social
Este enfoque es aclamado por los actores de la agricultura orgánica, que subrayan la importancia de hacer visibles las realidades agrícolas y reconectar a los ciudadanos con su alimentación. El Croissant Fertile se inscribe así en un movimiento más amplio de granjas abiertas, donde la producción va de la mano con la transmisión.
Económicamente, el modelo ha encontrado su equilibrio. Los panes de masa madre se venden a aproximadamente seis euros el kilo, exclusivamente en venta directa. Quince años después del lanzamiento del proyecto, la granja asegura un ingreso estable a sus fundadores, a pesar de las limitaciones climáticas y la baja productividad de las variedades cultivadas. La relación de confianza establecida con los clientes juega un papel clave en esta estabilidad.
Conscientes de la fragilización del mundo agrícola, Honorine y Denis continúan su compromiso con lucidez. Si las vocaciones siguen siendo raras, cada visita, cada intercambio y cada pan compartido se convierte en una oportunidad de transmitir. En el Croissant Fertile, las semillas sembradas no son solo cereales, sino también culturales y sociales.

Una panadería de pueblo atrae turistas de todo el mundo
Resumen del artículo de la periodista Kelly Fanarioti publicado en 22-med el 20 de octubre de 2025

En el pueblo griego de Zitsa, en Epirus, una pequeña panadería se ha convertido en un lugar de intercambios culturales inesperados. Impulsada por Kostas Karamikos y Anna Ellis, esta iniciativa mezcla transmisión culinaria, acogida de viajeros y apego a la vida rural. A través del pan y las tartas tradicionales, la pareja da nueva vida a un territorio marcado por la emigración.
Instalada en un pueblo de montaña de unos pocos cientos de habitantes, la panadería de Zitsa es hoy mucho más que un comercio de proximidad. Atrae a visitantes curiosos por descubrir los sabores locales y compartir un momento de vida en el corazón de Epirus.
Una panadería convertida en lugar de encuentro
Aquí, la única panadería del pueblo se ha convertido en un punto de convergencia entre habitantes y viajeros. Kostas Karamikos perpetúa los gestos de la panadería tradicional, mientras que Anna Ellis acoge a los visitantes deseosos de comprender las recetas y los usos culinarios de la región. Juntos, ofrecen talleres donde cada uno participa en la preparación del pan y las tartas epiróticas, desde el amasado hasta la cocción.
Turistas griegos y extranjeros aprenden a trabajar la masa, a extender las hojas de phyllo y a preparar diferentes especialidades locales. Una vez que los platos salen del horno, todos se reúnen alrededor de la mesa para compartir la comida. Estos momentos fomentan los intercambios, las discusiones y los relatos de trayectorias de vida, en una atmósfera donde la convivialidad prima sobre la performance culinaria.
Un recorrido de vida guiado por el encuentro
La historia de la pareja comienza lejos de Epirus. En 2009, Anna Ellis, abogada en Nueva York, descubre Grecia durante un viaje. Atraída por los viñedos de Zitsa, se dirige allí casi por casualidad y conoce a Kostas, el panadero del pueblo. La cálida acogida y los lazos forjados durante esta estancia marcan un punto de inflexión. Después de varios idas y venidas entre Estados Unidos y Grecia, Anna decide instalarse allí de forma definitiva.
Hoy, comparte la vida de Kostas y se involucra plenamente en la panadería. La pareja cría a sus hijos en este entorno rural y multicultural, marcado por los encuentros con visitantes de Europa, Asia o América. Para Anna, esta elección de vida se ha impuesto como una evidencia, lejos de la agitación urbana y más cerca de la naturaleza.
Cocina, naturaleza y renacimiento del pueblo
Más allá de los talleres de panadería, Kostas y Anna también organizan picnics en la montaña. Estos momentos prolongan la experiencia culinaria y permiten descubrir los paisajes circundantes. Las comidas están compuestas de platos tradicionales preparados con productos locales, a menudo provenientes del jardín familiar o de los alrededores.
A través de estas iniciativas, la pareja busca ante todo mantener vivo a Zitsa. Su panadería atrae una nueva atención sobre el pueblo y participa en su revitalización. Con el apoyo de las autoridades locales, animan a familias a venir a instalarse de forma duradera. Varias de ellas ya han manifestado su interés, aunque algunos obstáculos relacionados con la propiedad aún frenan ciertas instalaciones.
Para Kostas y Anna, hacer revivir el pueblo pasa por gestos simples y cotidianos. Transmitir un saber hacer, acoger a viajeros y mostrar que un pueblo puede reinventarse en torno a prácticas compartidas. En Zitsa, el pan se convierte así en un vínculo entre generaciones, culturas y territorios.

Foto de portada: © Honorine Périno