Mar cerrada, el Mediterráneo concentra las contaminaciones. En el corazón del problema: los residuos, cuya gestión sigue siendo desigual de una orilla a otra. Entre iniciativas locales y estrategias nacionales, científicos y asociaciones alertan sobre los riesgos para el medio ambiente y la biodiversidad. Y llaman a repensar la gestión de los residuos como un palanca de transición ecológica. Ilustración con Francia y Argelia.
Este artículo es un resumen de 3 entrevistas entre científicos publicadas en 22-med en junio de 2024. Un diálogo entre Justine Viros, científica especialista en el bosque mediterráneo y las interacciones químicas bosque-atmósfera en el marco del cambio climático, ingeniera de investigación en la misión Interdisciplinariedad de Aix-Marseille Université, y Mélissa Kanane, doctora en protección de ecosistemas especializada en gestión de residuos y profesora contratada en la Universidad de Tizi-Ouzou en Argelia. Estas 3 entrevistas se pueden encontrar en los 11 idiomas utilizados en el sitio.
El Mediterráneo es uno de los mares más contaminados del mundo. El 80 % de esta contaminación proviene de la tierra: los ríos, los vientos y las cuencas fluviales arrastran los residuos hasta el mar, donde se acumulan. Si el 10 % de ellos son visibles (colillas, envases...), el 90 % son invisibles: microplásticos que se infiltran por todas partes, incluso en los fondos marinos. Estas contaminaciones afectan directamente a los ecosistemas: ingestión de plástico por la fauna, contaminación de suelos y aguas subterráneas por los lixiviados tóxicos provenientes de vertederos mal gestionados, alteración de la cadena alimentaria. Cada año, más de 1,5 mil millones de animales marinos mueren a causa de los residuos plásticos. Y los humanos no están exentos: los metales pesados, persistentes, se encuentran en nuestros alimentos y en nuestra agua.
Argelia: entre un sistema deficiente y soluciones locales
Con más de 11 millones de toneladas de residuos domésticos producidos cada año, Argelia enfrenta un desafío ambiental y sanitario importante. El esquema nacional se basa aún esencialmente en la recolección en mezcla y el enterramiento en centros técnicos, a menudo mal controlados. Resultado: fugas tóxicas, contaminación de suelos y mala valorización de los residuos.
No obstante, están surgiendo alternativas. En Kabylie, por ejemplo, iniciativas locales apuestan por la separación en origen, el compostaje y el reciclaje. Comités de aldeas colaboran con empresas de tratamiento de residuos y forman a los jóvenes en estas prácticas. Más del 60 % de los residuos domésticos allí son orgánicos, y por lo tanto fácilmente valorizables.
Las vías para mejorar la situación son conocidas: infraestructuras de separación, compostaje, reciclaje, principio del contaminador-pagador, pero también coordinación entre actores públicos y ciudadanos. Aún se necesita que la voluntad política siga.
Francia: cuando la abundancia obstaculiza la separación
Al otro lado del Mediterráneo, Francia enfrenta desafíos diferentes, pero complementarios. El nivel de consumo genera una gran cantidad de residuos no orgánicos, a menudo envasados. La separación es obligatoria, pero sigue siendo poco efectiva: en la región Sud-PACA, a pesar de estar a la vanguardia de la modernidad, el rendimiento está por debajo de la media nacional.
Las asociaciones como Clean my Calanques o MerTerre compensan las deficiencias institucionales mediante campañas de sensibilización, recogidas ciudadanas o programas educativos. La diversidad de tipos de residuos, la distancia entre los productores y los lugares de tratamiento, y la baja responsabilidad de los industriales complican aún más la gestión.
Para hacer evolucionar los comportamientos, la sensibilización sigue siendo crucial. La anclaje cultural, el entorno de vida y las políticas públicas juegan un papel importante en la adopción de los buenos reflejos de separación.
Por una respuesta común a los desafíos mediterráneos
La gestión de residuos es tanto una cuestión ambiental como un marcador social y cultural. Desde los residuos orgánicos hasta los envases plásticos, revelan nuestros modos de vida, nuestras prioridades políticas y nuestras elecciones económicas. En el Mediterráneo, mar compartido, se convierten en un desafío común.
La Convención de Barcelona, firmada en 1976, establece las bases de una gobernanza ambiental conjunta. Pero los esfuerzos deben ir mucho más allá de los textos. Cooperaciones regionales, educación al consumo, apoyo a iniciativas ciudadanas e innovaciones como la fitoremediación son palancas para avanzar.
Un futuro sostenible pasará por políticas transversales, ancladas en los territorios, y por una toma de conciencia colectiva: el mar es un espejo de nuestros residuos, pero también puede convertirse en el reflejo de nuestros compromisos.
Biografía

Melissa Kanane : Doctora en protección de ecosistemas especializada en gestión de residuos y profesora contratada en la Universidad de Tizi-Ouzou en Argelia. Sus trabajos están dedicados a la cuantificación, identificación, caracterización y valorización de residuos domésticos y asimilados.

Justine Viros : Científica especialista en el bosque mediterráneo y las interacciones químicas bosque-atmósfera en el marco del cambio climático. Actualmente ocupa un puesto de ingeniera de investigación en la misión Interdisciplinariedad de Aix-Marseille Université, donde es responsable de desarrollo para la asociación Neede Méditerranée.

Foto de portada: El Mediterráneo concentra las contaminaciones, de las cuales el 80 % provienen de la tierra © DR