España, al igual que muchos países europeos y occidentales, se enfrenta a una disminución demográfica que se ha intensificado en la segunda mitad del siglo XX. A esto se suma el despoblamiento principalmente rural que vacía ciertos territorios de su población. Este fenómeno conocido como "España vaciada" afecta principalmente a los pequeños municipios. Pero el país ha encontrado una respuesta innovadora con iniciativas como el proyecto Arraigo (raíces en español) que acompaña la instalación en zonas rurales de citadinos en busca de la vida en el campo.
El proyecto Arraigo actúa como un puente entre el mundo rural y las personas que viven en zonas urbanas y desean cambiar su estilo de vida. Su misión es acompañar y asesorar a particulares, así como a emprendedores en busca de cambio. Arraigo también colabora con municipios y otras entidades rurales en estrategias de desarrollo para atraer nuevos residentes y promover el bienestar local.
Enrique Collada, el joven director ejecutivo, describe los orígenes de Arraigo: "Este proyecto nació en 2016 cuando el fundador y director general, Enrique Martínez, visitaba los Altos de Soria (región de Castilla y León en el noreste de España - NDLR con sus hijos. No pudo más que constatar el olvido y abandono institucional que sufrían estos pueblos". El proyecto fue lanzado.
Desde Arraigo ha trabajado con cerca de 15 provincias (de las 50 que tiene España). Su base de datos cuenta con 17,000 personas interesadas en el proyecto y han acompañado a más de 600 familias en más de 300 pueblos. "Nuestra tasa de éxito (es decir, el cumplimiento de los requisitos establecidos en los contratos con las administraciones con las que trabajamos) es de aproximadamente el 90%", explica Enrique Collada. Siempre trabajan con agentes técnicos en el terreno, apoyados por la sede central en Madrid.

Estos técnicos, familiarizados con la realidad de los habitantes y localidades donde se despliegan, tienen la capacidad de establecer relaciones personales con los alcaldes, habitantes y empresas de la región. Es importante que los gobiernos e instituciones a diferentes niveles se involucren para resolver el problema del despoblamiento. De hecho, “es cada vez más claro que ayudar al desarrollo del mundo rural beneficia a la sociedad en su conjunto”.
Repoblación, desafíos y oportunidades
Sin embargo, el proceso de selección e instalación de familias no es sencillo. En muchos pueblos, la falta de infraestructuras y servicios básicos dificulta la arraigación. El principal desafío es la falta de viviendas disponibles para alquilar en estas zonas: "Muchas personas viven en la ciudad y tienen segundas residencias en estos pueblos que solo se utilizan en verano, pero no están disponibles para alquilar", lamenta Enrique Collada.
El proceso de selección "se ha mostrado efectivo", pero debe prolongarse en el tiempo para seleccionar los mejores perfiles de personas realmente interesadas. Es necesario que los candidatos elegidos para mudarse estén comprometidos y no vean el proyecto como una experiencia temporal. "La gente no va a estos pueblos para enfrentar problemas. Estamos trabajando para que echen raíces", declara el director ejecutivo.
Tan pronto como las familias se establecen en el pueblo, reciben el apoyo de los técnicos locales para facilitar su proceso de adaptación. Disfrutan de una mejor calidad de vida, una conexión más estrecha con la naturaleza, menos contaminación, un ritmo de vida tranquilo (slow life) y una comunidad más unida.
Nuevos aldeanos, una vida feliz
Entre los éxitos, se encuentra la historia de José Luis, de 32 años, quien decidió hace dos años y medio dejar Madrid para instalarse en Palencia (Castilla y León) con su esposa e hijo. El aumento del costo de la vivienda en la capital y en las ciudades vecinas, así como el ritmo de vida frenético, eran suficientes para justificar este cambio.
A su llegada al pueblo, primero trabajó en un hotel-restaurante. Luego, se le presentó la oportunidad de aprender el oficio de pastor: "Obviamente no tenía experiencia con ovejas, pero el ganadero me dio la oportunidad y me enseñó el oficio. ¡Y me encanta!".
José Luis destaca que ha ganado en calidad de vida y en valores humanos. Algo que desea transmitir a su hijo: "Desde nuestra llegada hace dos años y medio, todos nos han tratado muy bien. La calidad humana de los vecinos es increíble. Hay una serie de valores que se han perdido en las ciudades. Lo vemos claramente en Hugo, mi hijo, que tiene 5 años y que está creciendo en un entorno que le enseña a preocuparse por las personas y la naturaleza".
