Algeria

BiosphèreDZ: frutas y verduras «100% naturales» en el Sahel

La agricultura orgánica lucha por desarrollarse en Argelia a pesar del importante potencial de este país en términos de disponibilidad de tierras cultivables y agua. En los últimos años, se han lanzado iniciativas de cultivos orgánicos, especialmente gracias a programas desarrollados por el movimiento asociativo. Es dentro de la asociación Torba que Faïrouz y Amira, recién salidas de la universidad, se han iniciado en el trabajo de la tierra. Después de 5 años de arduo trabajo, lograron producir frutas y verduras "100% naturales".

Es al pie de las colinas del Sahel, la principal región agrícola de la costa oeste de Argel, donde Mahtout Fairouz y Messous Amira practican a diario el trabajo de la tierra. Las dos jóvenes mujeres muestran con orgullo su estatus de fellahates (agricultoras). Su aventura comenzó casi por casualidad en 2018, durante su último año de universidad. Amira y Faïrouz trabajaban en equipo para obtener un máster en biodiversidad. Fue durante la presentación de una exposición sobre agricultura sostenible, realizada por otro grupo de estudiantes, que escucharon hablar de la asociación Torba. "Amira había guardado ese nombre en mente. Después de obtener nuestro diploma, fuimos a conocerlos. Al unirnos a la asociación, nos iniciaron en la permacultura. Todo era nuevo para nosotras", explica Faïrouz mientras verifica el tamaño de las vainas de su pequeña plantación de habas. Rápidamente decidieron alquilar un terreno de 27m² en el jardín compartido de Torba. Unos metros cuadrados que se convertirían en su "campo de experimentación", donde aplican todos los conocimientos adquiridos durante las sesiones de formación organizadas por la asociación.

El patrocinio de Achour

Faïrouz reconoce que fue su amiga quien tuvo la idea de pasar a la producción de frutas y verduras orgánicas. "Ella pensaba que estábamos listas para manejar una explotación. Pero teníamos un problema serio, necesitábamos un terreno", señala Faïrouz. Las dos futuras fellahates deciden contactar a Achour, quien las había formado en arboricultura. Antiguo ingeniero en hidrocarburos reconvertido en agricultura, acepta recibirlas gratuitamente en su explotación ubicada en el Sahel, en las orillas del río Mazafran. Tienen a su disposición la tierra, el agua y los consejos gracias al patrocinio de Achour. Una oportunidad para las jóvenes mujeres que les permitirá comenzar su proyecto en buenas condiciones. Cada una invierte 30,000 dinares (aproximadamente 200 euros) en el presupuesto inicial. El dinero se utilizó para comprar equipo de jardinería y semillas. "Hicimos todo nosotras mismas. La preparación del suelo fue muy física ya que no podíamos usar herbicidas. Teníamos que desmalezar con azada para quitar todas las raíces", destacan. Sin embargo, apenas unas semanas después del lanzamiento, se enfrentan a un problema de alcance mundial: el Covid-19. El confinamiento obligatorio las obliga a limitar el trabajo en su pequeña explotación. Sin embargo, no se rinden.

Tribunal de Circuito

Después de tres años de arduo trabajo, logran contratar a un obrero permanente y comprar dos invernaderos túnel. Su experiencia les permite desarrollar una verdadera estrategia empresarial. Eligen sobre todo variedades que no se encuentran en el mercado como tomates cherry negros o acelgas rojas. Las cosechas se venden directamente a los consumidores. Primero en el espacio de venta de la asociación Torba. En 2022, con el objetivo de llegar a un público más amplio, Faïrouz y Amira lanzan en las redes sociales BiosphèreDZ. La cuenta se convierte rápidamente en la vitrina de su proyecto. "El principio es simple: cada lunes, publicamos la lista detallada y las fotos de los productos en la cuenta de Facebook e Instagram. Los pedidos se realizan exclusivamente por WhatsApp. El jueves es el día de la cosecha y el viernes entregamos directamente a los clientes que han reservado sus cestas. El precio promedio de una cesta que contiene frutas, verduras y hierbas aromáticas es de 2000 dinares (menos de 15 euros). La entrega hasta Argel es de 500 dinares", aclara Faïrouz.

Valorizar los excedentes

Su modelo económico también incluye acciones de transformación para valorizar las cantidades no vendidas: los tomates se convierten en salsa, la albahaca en pesto, las frutas en mermeladas y los pimientos y los pimientos se muelen en pimentón. Las creadoras de BiosphéreDZ permanecen realistas. Saben que el modelo de cultivo que practican solo es rentable si tienen una gran superficie. "Los 1000 m² que cultivamos actualmente solo permiten pagar a un empleado permanente y darnos un pequeño salario. Todo lo que ganamos se reinvierte. Nuestro objetivo es lanzar una gran explotación especializada en productos agrícolas orgánicos".

Etiquetado

El futuro del proyecto BiosphéreDZ, ellas lo imaginan a lo grande. Una explotación de unas diez hectáreas situada cerca de la capital donde podrán dedicarse a la horticultura, la arboricultura y la cría de animales respetando totalmente las normas de la agricultura ecológica. Para lograrlo, deberán obtener una concesión agrícola de un organismo público. Es un objetivo alcanzable, pero que requiere cierto tiempo de espera.

La cuestión de la certificación es, sin embargo, más compleja, ya que hasta ahora, Argelia no ha elaborado un marco regulatorio para la agricultura orgánica. Según el profesor Ali Daoudi, agroeconomista e investigador en la Escuela Nacional Superior de Agronomía de Argel, iniciativas como la de BiosphéreDZ “son loables, pero solo sobreviven gracias a una reputación construida en una red limitada”. La agricultura orgánica es la única entre los modelos de cultivos alternativos que está muy codificada. Para estar seguro de practicar la agricultura orgánica, se debe seguir un pliego de condiciones muy preciso y estar certificado por un organismo. El potencial es enorme, especialmente en regiones donde no pueden tener cultivos intensivos. Principalmente se trata de zonas montañosas, oasis en el sur y pastizales esteparios", indica el profesor. Además de la falta de textos, escasean gravemente los organismos certificadores locales. Este ámbito se ha convertido en el monopolio de algunos laboratorios tunecinos que otorgan etiquetas y se encargan del seguimiento y control de las explotaciones. Hay que decir que en cuanto a la producción agrícola orgánica, Túnez es líder en el Magreb con más de 300,000 hectáreas de superficie certificadas como orgánicas, en comparación con menos de 1000 hectáreas en Argelia.

Faïrouz y Amira tendrán que armarse de paciencia. Su proyecto de explotación certificada como orgánica es perfectamente factible ya que la elaboración de los textos reglamentarios está actualmente en curso en el Ministerio de Agricultura. Mientras tanto, podrán beneficiarse de la experiencia y el apoyo de Achour Mohamed.