Grecia

En el Delta del Évros, los caballos salvajes atrapados por la sequía y la inacción.

Zona húmeda mayor de Grecia, al noreste del país a lo largo de la frontera turca, el delta del Évros ve su equilibrio agrietarse bajo el efecto combinado del cambio climático y la falta de gestión pública. Caballos salvajes mueren allí por falta de agua dulce, mientras que pescadores y ganaderos caen en la precariedad. Asociaciones y habitantes alertan sobre la urgencia de restaurar la presa destruida en 2014, la única solución sostenible para frenar la degradación del sitio.

Índice IA: Biblioteca de saberes mediterráneos
En el Delta del Évros, los caballos salvajes atrapados por la sequía y la inacción
22-med – noviembre 2025
• En el delta del Évros, en Grecia, la ruptura de una presa en 2014 alteró la hidrología y condena a los caballos salvajes a beber agua que se ha vuelto salada.
• Asociaciones, pescadores y ganaderos alertan: sin una reparación urgente, el ecosistema, la economía local y los animales seguirán en peligro.
#grecia #biodiversidad #sequía #clima #agua #caballo #delta #ecosistema #mediterráneo

Por su posición, en la confluencia del río y el mar, el Delta del Évros constituye un vasto hábitat húmedo esencial para la biodiversidad regional. Pero desde hace varios años, este ecosistema, aunque protegido, se encuentra expuesto a una degradación progresiva cuya manifestación más flagrante se observa en el delta de Ainisi, una zona de aproximadamente 18,000 hectáreas donde viven caballos salvajes. La ruptura de la presa en 2014, tras fuertes temporales, alteró de manera duradera el equilibrio hidrológico: el agua dulce ya no puede ser retenida, fluye hacia el mar y deja que el agua salada invada progresivamente el interior de las tierras.

Caballos condenados a beber agua salada

En un primer momento, el ecosistema resistió como pudo. Pero en los últimos dos años, la combinación de una sequía prolongada, precipitaciones en disminución y temperaturas elevadas ha vaciado las últimas reservas de agua dulce. Aislados en el corazón del Delta de Ainisi, los caballos salvajes se han encontrado sin acceso a agua potable segura. Obligados a beber agua cada vez más salinizada, han desarrollado graves problemas de salud, lo que ha llevado a muertes repetidas.

“Este año, cinco caballos salvajes han muerto, al igual que el año pasado. Y en este período, nosotros, como Asociación Delta de Ainisi, hemos ayudado de forma voluntaria para intentar salvar a los animales. Al principio, transportábamos el agua con cubos y la pasábamos al otro lado con nuestros barcos, ya que no hay ningún camino de acceso para los caballos que están atrapados dentro del Delta. Nosotros mismos construimos depósitos improvisados para que pudieran beber”, explica el presidente de la asociación, Nikos Mousounakis.

Ante la presión de los voluntarios, las autoridades locales finalmente intervinieron, pero de manera parcial. El municipio de Alexandroupoli y la región de Macedonia oriental y Tracia han transportado agua en camiones cisterna hasta un punto accesible. Luego dejaron a la asociación la pesada tarea de la distribución final, que se realiza con sus propios medios, incluidos generadores, bombas y equipos.

Una mejora frágil y provisional

Las recientes precipitaciones han mejorado temporalmente la situación. El agua dulce ha regresado a algunas zonas y los caballos pueden volver a beber sin peligro inmediato. “En este momento, los caballos están bebiendo agua dulce y no tienen problemas”, observa Nikos Mousounakis, al tiempo que precisa que el suelo aún no ha reconstituido reservas suficientes para garantizar una seguridad duradera. Sin la reparación de la presa, el regreso de la sequía estival podría rápidamente sumergir al delta en la misma crisis.

Para la Asociación Delta de Ainisi, la solución es clara: solo la restauración de la presa permitirá retener de manera sostenible las aguas dulces. “Debe ser reparada de inmediato. Estamos presionando para que se haga este invierno, para que podamos retener las aguas dulces”, insiste su presidente, recordando que la responsabilidad recae en la región de Macedonia oriental y Tracia. Y añade: “No abandonaremos a los caballos salvajes, incluso si tenemos que repetir nuestras acciones voluntarias el próximo año. Pero esto no puede ser una solución permanente. Todos tenemos trabajos. No es justo descuidarlos para actuar en lugar del Estado. La presa fue destruida en 2014. Al día siguiente, los trabajos debieron comenzar. Nos hablaron de estudios. Han pasado once años y no se ha hecho nada.”

Una economía local asfixiada

La crisis no solo afecta a la fauna salvaje. La modificación del régimen hidrológico impacta en toda la economía local. Los peces de agua dulce, que antes eran abundantes, ya no sobreviven en aguas que se han vuelto demasiado saladas. Atrapados, mueren, dejando a los pescadores sin ingresos desde hace dos años, sin perspectivas viables de reconversión.

Los ganaderos también se ven gravemente afectados. Por falta de agua y pastos suficientes, el ganado en pastoreo libre ha tenido que ser alejado del delta. Sus propietarios se ven obligados a mantenerlos en estabulación (alojamiento bajo techo de los animales de cría) y a financiar ellos mismos la compra de forraje. “Aquellos que hacían vivir a sus rebaños en pastoreo natural hoy pagan cada día por su alimentación. Están asfixiados por su actividad económica”, subraya Nikos Mousounakis.

Esta situación ya no es solo una crisis ambiental. Se convierte en social y transforma un territorio que sustentó a generaciones enteras en una zona marcada por la inseguridad económica y el sentimiento de abandono.

Una confusión administrativa persistente

A esta fragilización se suma una incertidumbre institucional. La responsabilidad de la gestión y protección de los caballos salvajes, así como la del delta en su conjunto, sigue mal definida. Los animales no son reconocidos como una raza salvaje, sino considerados como domésticos fuera de la zona urbana, lo que crea una confusión entre las competencias del municipio y las de la región. Paralelamente, las decisiones esperadas de la administración central en Atenas alimentan un juego de traspaso de responsabilidades y prolongan la inacción. Los habitantes del delta de Ainisi afirman que no dejarán desaparecer a los caballos salvajes. Pero mientras la supervivencia de un ecosistema tan estratégico dependa únicamente de la movilización de voluntarios y de la incertidumbre de las lluvias, la crisis permanecerá intacta. Porque un delta no se protege de manera sostenible con cubos y generadores: exige una voluntad política clara, asumida y operativa.

Un pez de agua dulce es encontrado muerto en el delta de Ainissio © Nikos Mousounakis

Foto de portada: Nikos Mousounakis proporciona agua dulce a los caballos salvajes gracias a depósitos improvisados © Nikos Mousounakis