Situada al noroeste de Ankara, la colina de Nallıhan despliega sus estratos multicolores, testimonios de millones de años de historia geológica. En este decorado casi irreal, el encuentro entre la piedra y la fauna compone un paisaje único. Al partir a la descubrimiento de este lugar singular con el grupo de senderismo Patika 14, surge una impresión: la de avanzar en otro planeta.
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Un paisaje marciano en Anatolia
22-med – septiembre 2025
• Las colinas coloridas de Nallıhan revelan 20 millones de años de historia geológica y ecológica.
• Entre rocas y aves migratorias, este sitio turco prepara su candidatura a la red de Geoparques de la UNESCO.
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Vista de lejos, la colina de Nallıhan, con sus matices rojos y marrones, evoca irresistiblemente las imágenes del Planeta Rojo. Las crestas resplandecientes, las bandas de arcilla verde, las calizas amarillas y las margas grises dibujan un cuadro mineral de una intensidad rara. Aquí, los estratos coloridos son el resultado de depósitos lacustres y fluviales que datan del Neógeno, transformados en roca a lo largo de millones de años. Mientras que formaciones similares existen en China, Perú, Argentina o Estados Unidos, un conjunto así, a la vez vasto y matizado, sigue siendo excepcional en la cuenca mediterránea. En este teatro geológico donde la ecología se entrelaza con las rocas, cada paso invita a leer a cielo abierto el pasado de la Tierra.
El atlas geológico colorido de Anatolia
Conocida como la colina de los Arcosí, la historia de Nallıhan se remonta a más de 10-20 millones de años, en la época neógena (1). Los sedimentos acumulados alguna vez en ambientes lacustres y fluviales se han transformado gradualmente en rocas, formando la estructura estratificada actual; los óxidos de hierro han dado un tono rojo, los minerales de cobre y arcilla un tono verde, y el carbonato de calcio un tono amarillo. Juntas, estas capas forman hoy un atlas natural donde se leen los archivos climáticos y tectónicos del pasado tanto para los científicos como para los visitantes.
El Dr. Alaettin Tuncer de la Universidad Hacettepe explica el proceso de formación: “La acumulación en Nallıhan es una serie gruesa de sedimentos depositados en una antigua cuenca lacustre. Durante el Mioceno tardío, los sedimentos depositados en el fondo del lago se litificaron por diagénesis, y los movimientos tectónicos así como los procesos de erosión han puesto al descubierto esta acumulación.”
De lejos, la colina de Nallıhan se distingue por sus tonos rojos y marrones. Sin embargo, al acercarse, la gama de colores se amplía.
“Los colores reflejan la etapa de diagénesis y los procesos de oxidación de los minerales dentro de las rocas. Los tonos rojos y marrones resultan de la oxidación del hierro, mientras que los verdes se forman en ambientes reducidos, es decir, con bajo contenido de oxígeno. Las capas gris-negras observadas en los niveles inferiores indican ambientes lacustres ricos en materia orgánica donde no ha ocurrido la oxidación”, precisa aún el doctor Tuncer.
Las capas coloridas de la colina de Nallıhan también llevan las huellas de los organismos que alguna vez habitaron el lago y de la vegetación circundante, única memoria de ecosistemas antiguos.
El Lugar de Encuentro de Rocas y Alas
Pero Nallıhan no es solo un museo de piedra: también es un cruce de vida. Al pie de las colinas, la reserva ornitológica que se extiende alrededor de una zona húmeda alimentada por el río Sakarya es un punto de parada crítico para cientos de especies de aves, en el corazón de las rutas migratorias Eurasia-África.
En primavera, las garzas cenicientas, las garzas bihoreaux y las garzas nocturnas construyen sus nidos; los cisnes, las espátulas y las agachonas se alimentan en las aguas poco profundas. Durante la temporada de migraciones, los flamencos descienden sobre el lago mientras que los pelícanos se deslizan por los aires. Cuando llega el invierno, el paisaje cambia: el águila de cola blanca se oculta a la orilla del lago, mientras que los grupos de patos se agitan en la superficie del agua. En los acantilados escarpados, el buitre negro y el águila real aparecen, compartiendo el cielo con otros rapaces como el halcón común o el gavilán.
Para Muhammet Tarhan, guía en Patika 14, el mejor momento para descubrir el sitio sigue siendo a principios del verano, cuando las colinas son más accesibles: “Al final de las lluvias, el suelo debe secarse un poco, de lo contrario se vuelve muy fangoso. Caminar se vuelve entonces imposible. Y en verano, bajo el sol, en las colinas desnudas es muy difícil y peligroso”, señala.
Al mirarlo más de cerca, la diversidad es sorprendente: la línea azul del martinete, la sombra del collalba que se funde en el paisaje, el canto breve del cuco, el eco nocturno del búho, la voz delicada del petirrojo… Muchas especies como el cormorán, la garza, el somormujo, la paloma bravía, el cuco, la urraca, el cuervo y la golondrina de ventana figuran en esta lista.
Este encuentro único coloca a Nallıhan en primer plano en la lista del Patrimonio geológico de Turquía y lo pone en el centro de atención durante la futura candidatura al estatus de Geoparque de la UNESCO.
De la geografía terrestre a la Topografía marciana
Al caminar sobre estas colinas, se impone el sentimiento: el de haber cruzado una frontera invisible. Las crestas de óxido, las pendientes deslavadas y los contrastes abruptos recuerdan las imágenes de las primeras expediciones marcianas. Para los senderistas de Patika 14, la experiencia es tanto un estudio científico como un viaje imaginario: avanzar aquí es pasar de la Tierra a otro planeta.
(1) El Neógeno es el segundo período de la era cenozoica. Se extiende de 23,03 a 2,58 millones de años. El Neógeno sigue al Paleógeno y precede al Cuaternario. El Neógeno se subdivide en dos épocas: el Mioceno (23,03-5,33 Ma) y el Plioceno (5,33-2,58 Ma).

Foto de Portada: la colina de Nallıhan despliega sus estratos multicolores © DR