Sequías prolongadas, incendios recurrentes, enfermedades devastadoras: los bosques mediterráneos tambalean, amenazados en su papel vital para la biodiversidad y las sociedades humanas. Sin embargo, lejos de ceder al fatalismo, se multiplican las iniciativas. En Argelia, Líbano, Italia o Francia, investigadores, instituciones y comunidades locales inventan respuestas. Reforestar, diversificar, anticipar: tantos gestos que hacen posible un futuro compartido (y sombreado).
Este artículo es un resumen de 5 artículos dedicados al rescate de los bosques del Mediterráneo y publicados en 22-med, que se pueden encontrar en los 11 idiomas utilizados en el sitio. A partir del lunes, encontrará temas inéditos tratados por nuestros periodistas y corresponsales.
Las soluciones de la 8ª Semana forestal mediterránea : Jorge Dobner & Cristina Grao - España
Una compañía petrolera se compromete a plantar 423 millones de árboles : Tarik Hafid - Argelia
La migración asistida: cuando los bosques huyen del cambio climático : Edward Sfeir - Líbano
Las Pouilles a la vanguardia contra la peste del olivo: Valentina Saini - Italia
Árboles del sur para reforestar eficazmente el norte: Paola Da Silva - Francia
Los bosques mediterráneos llevan la huella de milenios de coexistencia con el hombre. Pero hoy, enfrentan una crisis sin precedentes, marcada por el cambio climático y la erosión de los recursos. En Barcelona, en noviembre de 2024, la 8ª Semana forestal mediterránea esbozó un horizonte: conjugar saberes tradicionales, innovación científica y cooperación internacional para salvar este valioso patrimonio.
En Argelia, 423 millones de árboles para un horizonte descarbonizado
En un país donde el 75 % de las emisiones de gases de efecto invernadero provienen del sector energético, el anuncio ha marcado un hito. Sonatrach, la compañía nacional de hidrocarburos, ha lanzado un amplio programa de restauración de paisajes forestales. Objetivo: plantar 423 millones de árboles para 2033, es decir, 520,000 hectáreas reforestadas. La inversión – un mil millones de dólares (910 millones de euros) – busca tanto la captura de carbono como la rehabilitación de los bosques degradados por los incendios.
Más allá del gesto simbólico, el proyecto incluye la agroforestería: olivos, algarrobos o pistacheros enriquecerán las explotaciones rurales, en concesiones de 40 años. Para los expertos, el desafío es doble: reforzar el “muro verde” lanzado en los años 70 contra la avance del desierto, y crear una dinámica local donde los habitantes se conviertan en actores de la reforestación.

El bosque libanés en movimiento

En Líbano, el bosque se desplaza para sobrevivir. Ante sequías prolongadas y la pérdida de cientos de hectáreas, la migración asistida aparece como una estrategia de futuro. Consiste en trasladar ciertas especies a zonas donde el clima del mañana les será más favorable.
La ONG Jouzour Loubnan experimenta este método en las laderas del Monte Líbano: cedros, pinos y enebros se plantan anticipando la evolución climática, reforzados por el uso de hongos micorrícicos que aumentan su supervivencia. La apuesta es audaz, ya que los bosques libaneses son un concentrado de biodiversidad mediterránea. Al apoyarse en la ciencia y la implicación de las comunidades, la migración asistida podría convertirse en un modelo exportable, aunque sigue siendo costosa y exige un seguimiento riguroso.
Las Pouilles frente a la “peste de los olivos”

En el talón de la bota italiana, 21 millones de olivos ya han sucumbido a la xylella fastidiosa. Para los paisajes y la economía de las Pouilles, es un desastre ecológico y patrimonial. Sin embargo, la resistencia se organiza. Agricultores como Giovanni Melcarne colaboran con el CNR de Bari para desarrollar nuevas variedades capaces de tolerar tanto la bacteria como el estrés hídrico.
Cuatro cultivares (vegetal resultante de una selección, una mutación o una hibridación) prometedores ya han surgido, ofreciendo una luz de esperanza a los olivicultores. En la llanura de los olivos milenarios, los injertos en árboles seculares intentan salvar troncos de varios cientos de años. Y si la región se ha convertido en un símbolo de la amenaza, también podría convertirse en la matriz de una olivicultura resiliente para toda la Mediterráneo.
En Francia, huertos de semillas para el mañana
En Loire-Atlantique, en medio de los viñedos, se alza un huerto diferente. Aquí, la Oficina Nacional de Bosques ha plantado 1,640 pinos marítimos provenientes del sur de Francia. Su papel: producir semillas capaces de reforestar los bosques del norte, amenazados por la sequía. A largo plazo, estos “huertos de semillas” proporcionarán material genético más adaptado a los climas futuros.
“Trabajamos para nuestros nietos”, explica Jean-Christophe Helleisen, ingeniero de la ONF. Otras especies seguirán, como los robles pubescentes o los robles de Canarias, elegidos por su resistencia al fuego y a la sequía. El calendario es a largo plazo – a veces 40 a 50 años antes de las primeras cosechas – pero la ambición es clara: anticipar los bosques de 2075 en lugar de sufrir su desaparición.
Un futuro común e interconectado
De Barcelona a las campañas, un hecho se impone: la supervivencia de los bosques mediterráneos depende de soluciones inventivas, a menudo locales pero llamadas a interconectarse. Diversificar las especies, restaurar paisajes, desplazar especies, crear reservas de semillas: tantas estrategias que se complementan.
La Semana forestal mediterránea recordó que solo una cooperación internacional podrá darles la escala necesaria. Como señala la científica Magda Bou Dagher: “Las estrategias ambientales proactivas son esenciales para evitar daños irreversibles”. Las experiencias llevadas a cabo en Argelia, Líbano, Italia o Francia muestran que el bosque, lejos de estar estático, ya se reinventa. Solo hace falta darle el tiempo, los medios y la alianza de las sociedades para crecer de nuevo.

Foto de portada: Los bosques mediterráneos llevan la huella de milenios de coexistencia con el hombre © 22-med