Sismos, inundaciones, olas de calor… La cuenca mediterránea concentra riesgos naturales importantes. Pero estos peligros solo se convierten en catástrofes debido a las vulnerabilidades humanas y a la creciente exposición de las poblaciones. El Mediterráneo debe enfrentar los desafíos de la prevención, lo que implica la necesidad de un diálogo estrecho entre la investigación, la decisión pública y la sociedad civil.
Este artículo es un resumen de 7 entrevistas entre científicos publicadas en 22-med en agosto de 2024. Un diálogo entre Bernard Mossé, responsable científico de Neede Méditerranée, y Ante Ivcevic, especialista en gestión de riesgos en zonas costeras, afiliado al Centro PAP/RAC en Split, Croacia, en el marco del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente. Estas entrevistas se pueden encontrar en su totalidad en los 11 idiomas utilizados en el sitio.
Una región de altos riesgos… y alta exposición
Región densamente poblada, muy urbanizada y sometida a una presión turística masiva, el Mediterráneo es particularmente vulnerable frente a las catástrofes naturales. Los fenómenos son numerosos: sismos, erupciones volcánicas, inundaciones, olas de calor o incendios. Pero como señala Ante Ivcevic, especialista croata en gestión de riesgos, « no son los eventos naturales en sí los que causan los dramas, es nuestra exposición y nuestra manera de responder a ellos ».
Desde Grecia hasta Libia, las recientes inundaciones mortales a menudo se han visto agravadas por construcciones inadecuadas, una falta de planificación o una mala gestión de las infraestructuras hidráulicas. El riesgo, por lo tanto, nunca es neutro: también revela las fallas políticas y sociales de las sociedades que lo enfrentan.
Catástrofes amplificadas por decisiones humanas
Si los terremotos siempre han existido, sus consecuencias varían según la manera en que las sociedades los anticipan. En Croacia, el terremoto de 2020 puso de manifiesto la vulnerabilidad de muchos edificios construidos en las décadas de 1960 y 1970, en una época en la que la conciencia de los riesgos era baja. En Catania (Sicilia), a pesar de un fuerte conocimiento histórico de los peligros, pocos hogares están hoy adaptados al riesgo sísmico. La causa es un costo considerado demasiado alto para una amenaza percibida como abstracta.
La historia muestra que la respuesta humana es decisiva: el terremoto de Lisboa en 1755 fue amplificado por incendios provocados por velas encendidas para el Día de Todos los Santos. Más recientemente, el tsunami de 2004 en el océano Índico desencadenó la creación de un sistema mundial de alerta temprana. « Los avances más importantes suelen llegar después de una catástrofe », observa Ante Ivcevic.
Informar no es suficiente: involucrar es necesario
Frente al aumento de los riesgos, la simple difusión de información ya no es suficiente. Ante Ivcevic aboga por una implicación activa de las poblaciones en los procesos de decisión. « La confianza es esencial. Debe haber un intercambio mutuo entre científicos, tomadores de decisiones y ciudadanos, no una comunicación descendente. »
Las experiencias de campo lo demuestran: en materia de prevención, la adhesión de los habitantes, el conocimiento de su territorio y su capacidad para transmitir mensajes de alerta son cruciales. Las asociaciones de ciudadanos pueden desempeñar este papel de intermediarios. La cuestión de la « justicia climática » también es central: las poblaciones más vulnerables, a menudo las menos responsables de los riesgos, son también las menos capaces de adaptarse a ellos.
Un papel renovado para los científicos
Los investigadores mismos deben adaptar su postura. No todos están llamados a convertirse en mediadores, pero aquellos que pueden deben involucrarse en la construcción de un relato colectivo comprensible y movilizador. « La ciencia es un bien público, debe rendir cuentas a la sociedad », insiste Ante Ivcevic.
Esta responsabilidad también implica una transparencia sobre la incertidumbre, la evolución del conocimiento y la pluralidad de soluciones. Los centros de investigación públicos desempeñan aquí un papel clave para llevar una visión a largo plazo, frente a las urgencias políticas o económicas.
Hacia una cultura compartida de gestión de riesgos
El ejemplo del protocolo mediterráneo de gestión integrada de zonas costeras, firmado en el marco de la Convención de Barcelona, muestra que un marco común puede producir efectos concretos. En Marruecos, se prevé ahora un retroceso de 100 metros de las construcciones en la costa para dar paso a las fluctuaciones naturales del litoral. « No es solo una cuestión técnica. Es una cultura de la prevención que hay que hacer emerger », concluye Ante Ivcevic.
Bibliografías

Ante Ivcevic, especialista en gestión de riesgos en zonas costeras postdoctorado en geografía en Aix-Marseille Université. Afiliado al Centro PAP/RAC en Split, Croacia, en el marco del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente. Actualmente trabaja en el proyecto Proteus en el laboratorio MESOPHOLIS de Aix-Marseille Université, sobre la gestión de riesgos en el Mediterráneo, bajo la dirección de Sylvie Mazzella, directora de investigación en sociología.

Bernard Mossé historiador, responsable de Investigación, Educación, Formación de la asociación NEEDE Méditerranée. Miembro del Consejo científico de la Fundación del Camp des Milles – Memoria y Educación, para la cual ha sido responsable científico y coordinador de la Cátedra UNESCO « Educación para la ciudadanía, ciencias humanas y convergencia de memorias » (Aix-Marseille Université / Camp des Milles).

Foto de portada: el Mediterráneo está particularmente expuesto a los riesgos costeros ©Johannes Plenio - Pexel