En una Mediterráneo donde la presión sobre los recursos hídricos se intensifica, iniciativas locales ofrecen respuestas concretas a la escasez. Apoyándose en las realidades del terreno, apostando por la sobriedad, la inteligencia colectiva o la reinvención técnica, a veces invierten las lógicas centralizadas o industriales. Cada una, a su manera, contribuye a preservar este bien común que el cambio climático fragiliza cada vez más.
Este artículo, sobre el ‘agua es un resumen de 5 artículos publicados en 22-med, que se pueden encontrar en los 11 idiomas utilizados en el sitio.
Una respuesta concreta a la ausencia de agua potable con Islamic Relief Albania: por Rajmonda Basha - Albania
Desalar el mar para remediar la falta de agua: por Agathe Perrier - Francia
Ahorrar agua reciclándola: por Agathe Perrier - Francia
Cómo Cataluña planea defenderse contra la sequía: por Jorge Dobner & Cristina Grao - España
A los pies del Medio Atlas, un reparto ancestral del agua: por Adèle Arusi - Marruecos
Detrás de la escasez de agua se oculta una diversidad de desafíos: acceso, calidad, disponibilidad, gobernanza. Cinco territorios mediterráneos ofrecen respuestas arraigadas en sus realidades, entre técnicas contemporáneas y prácticas probadas. Desde aldeas aisladas de Albania hasta las campañas del Medio Atlas o las redes catalanas en tensión, cada uno enfrenta la crisis hídrica con sus medios, sus tradiciones, sus limitaciones. Estos enfoques no forman un modelo reproducible, sino un abanico de adaptaciones concretas. Esbozan una manera más sobria, más colectiva, a veces más de baja tecnología, de pensar nuestra relación con el agua.
Los pozos de Islamic Relief en Albania

En Albania, solo el 76 % de los habitantes tiene acceso regular a agua potable. Esta tasa en descenso oculta una realidad aún más dura en las zonas rurales, donde la red pública es inexistente o deficiente. Aldeas aisladas dependen de un acceso limitado a agua a menudo contaminada, disponible solo unas pocas horas al día. Es aquí donde interviene Islamic Relief Albania, que desde 2013 construye pozos y redes de abastecimiento en colaboración con las comunidades y las autoridades locales. Más de una veintena en el distrito de Tirana solo en el año 2023.
En la región montañosa de Dibër, una fuente natural ha sido convertida en un reservorio de 10,000 litros, ofreciendo finalmente acceso regular a cincuenta familias. En Dajç, un pueblo afectado por un terremoto en los años 70, nuevos tubos resistentes a las sacudidas han permitido poner en funcionamiento nuevamente el sistema de abastecimiento. Estas intervenciones se dirigen primero a las familias vulnerables, especialmente aquellas que acogen huérfanos, antes de ampliarse a otros hogares.
El enfoque se basa en una lógica simple: identificar las necesidades concretas en el terreno, evaluar las condiciones hidrogeológicas y construir instalaciones sólidas, a pequeña escala pero de gran impacto. El agua se convierte así en un factor de dignidad, salud y futuro.
En Francia, reciclar y desalar en lugar de excavar

En Francia, donde el 99 % del agua del grifo proviene de fuentes tratadas, la tensión no está en el acceso sino en la sostenibilidad. El consumo aumenta, las sequías se instalan, las fugas en la red persisten. Frente a esto, dos palancas se consolidan: la reutilización y la desalinización.
En Montpellier, la startup AquaTech Innovation instala micro-unidades de tratamiento en campings, puertos o estaciones balnearias. Objetivo: recuperar las aguas grises en el lugar, filtrarlas y reutilizarlas. Sus soluciones patentadas, como AquaPool o AquaReUse, permiten regar espacios verdes, alimentar los inodoros o reinjectar el agua en los estanques. Una forma concreta de limitar la presión sobre los acuíferos, especialmente en las zonas turísticas muy expuestas.
En Marsella, Seawards apuesta por la crioseparación. Esta técnica de desalinización consiste en congelar el agua de mar para aislar los cristales de agua pura, que son más ligeros de calentar después. Menos consumidora de energía que la ósmosis inversa, no genera salmueras concentradas ni contaminantes, al tiempo que promete un costo controlado. Aún en la etapa de prototipo, la startup proyecta una primera planta en Fos-sur-Mer y apunta a regiones insulares o áridas. La idea: unidades de 50,000 m³/día, vendidas llave en mano a industriales o agricultores.
Reciclar en el lugar y desalar sin contaminar: dos caminos para gestionar mejor un bien del que Francia aún no carece, pero que comienza a ahorrar.
Cataluña: reciclar más para depender menos
Cataluña, enfrentándose a su sequía más larga en un siglo, declaró el estado de emergencia a principios de 2024. El agua ha faltado durante más de tres años en el 50 % del territorio. Para responder a esto, la Generalitat moviliza 128 millones de euros para reforzar las redes, renovar las canalizaciones y lanzar nuevos proyectos. Entre ellos: una planta flotante de desalinización capaz de producir 40,000 m³ por día, prevista para abastecer a Barcelona a partir de octubre de 2024.

Pero la estrategia catalana no se detiene ahí. También se apoya en la regeneración masiva de aguas residuales. Actualmente, el 30 % de las aguas tratadas se reciclan y se reinjectan en los acuíferos. El objetivo: alcanzar el 70 al 80 %. Programas de modelización científica, como intoDBP, permiten anticipar los riesgos relacionados con los subproductos químicos. Otros proyectos de investigación, llevados a cabo por el CREAF, identifican las vulnerabilidades sociales o territoriales, y se inspiran en modelos extranjeros, como los “swales” peruanos o el “Room for the River” neerlandés.
Reducción de la demanda, diversificación de la oferta, anticipación de los usos futuros: Cataluña construye una gobernanza hídrica más ágil y más sostenible, sin negar la complejidad política de estas elecciones.
En Marruecos, la memoria del agua aún riega
En Béni Mellal, a los pies del Medio Atlas, fluye una fuente antigua desde hace siglos: el Aïn Asserdoun. Su caudal, hoy disminuido en 30 cm en comparación con hace cinco años, aún alimenta olivares gracias a un sistema de canales llamados séguias. El agua se distribuye según un sistema denominado “a la pioche”: cada familia dispone de un canal de un ancho definido, garantizando un riego equitativo de los cultivos.
Esta organización permite mantener vivas las cosechas donde la presa Ahmed al Hansali ya no cumple su función: su tasa de llenado ha caído al 3 %, y los canales asociados están secos desde hace más de un año. El río Oum-Errabia, el segundo del país, ya no fluye. Solo los agricultores que pueden permitirse perforar un pozo (cerca de 10,000 €) logran regar.
Se está construyendo una nueva presa, pero mientras tanto, la organización tradicional en torno a la fuente actúa como un baluarte: resiliente, comunitaria, arraigada.
Un recurso, cinco respuestas
Ya sea excavando pozos en Albania, reciclando aguas residuales en Francia, construyendo una planta flotante en Cataluña o haciendo vivir una fuente milenaria en Marruecos, cada territorio elabora su propia respuesta a la escasez de agua.
Soluciones que, a menudo, se basan menos en las proezas tecnológicas que en una capacidad para organizar colectivamente una gestión justa y sostenible. Porque frente a un desafío tan vital, la gobernanza vale tanto como la técnica.
Foto de portada: La fuente Aïn Asserdoun, sobre Béni Mellal, vista desde abajo © Wikipedia Commons