Navegación de recreo en el Mediterráneo: un ocio bajo presión ecológica

La cumbre de la ONU sobre los océanos finaliza mañana con la "Declaración del Océano de Niza" y el "Plan de Acción del Océano de Niza", que según las ONG y los científicos no estarán a la altura de la situación. Aunque el Mediterráneo ha iniciado su transición hacia un transporte marítimo menos contaminante, existe un punto ciego: las embarcaciones de recreo, cuya antigüedad e impacto ecológico siguen siendo ignorados. Sin embargo, en Marsella, desde hace 5 años, actores locales están experimentando soluciones sostenibles y de bajo costo que podrían ayudar a preservar la biodiversidad.

Por Olivier Martocq

La crónica un mundo frágil estará dedicada del 29 de mayo al 19 de junio a la 3ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre el océano (UNOC3). stará disponible gratuitamente en los 22 países de la cuenca mediterránea y en 11 idiomas, gracias a nuestro socio la Región Sur.

Desde el 1 de mayo de 2025, el Mediterráneo se ha convertido oficialmente en una zona SECA (Área de Control de Emisiones de Azufre), prohibiendo los humos tóxicos de los buques mercantes. Un avance importante para la calidad del aire en el litoral mediterráneo. Sin embargo, otra fuente de contaminación aún escapa a los radares: la navegación de recreo. En aguas francesas, más de 420,000 barcos de ocio, a menudo antiguos, todavía funcionan con gasóleo o gasolina, y su impacto en el medio ambiente sigue siendo ampliamente subestimado. El 90% de esta flota mide menos de 12 metros, y el 80% son veleros o barcos a motor equipados con propulsiones diseñadas hace más de dos décadas. Resultado: estos vehículos contaminan entre 3 y 37 veces más que los coches más recientes, según las pruebas realizadas en el Vieux-Port de Marsella por el observatorio AtmoSud. Dominique Robin, su director, explica el fenómeno. “Los motores de recreo a menudo no están filtrados, a diferencia de los coches. La combustión es cruda.”

Los barcos contaminan entre 3 y 37 veces más que los coches más recientes © DR

Una experimentación a gran escala en el viejo puerto de Marsella

El 6 de junio, se llevó a cabo una restitución de cinco años de investigación en la ensenada de la reserva, etiquetada como “puerto limpio”. Entre los barcos utilizados para esta campaña, un viejo Bertram de los años 1980 se destacó como un caso de estudio. Este barco, puesto a disposición por Alexandre Michel Flandin, un navegante experimentado, fue instrumentado para medir la contaminación en situación real. Durante las primeras pruebas realizadas en 2022, literalmente hizo explotar los sensores: sus emisiones equivalían a las de 37 coches. Desde entonces, este mismo barco ha servido como plataforma de experimentación para adaptar un kit eléctrico a motores diésel de última generación. “No ha sido una tarea fácil”, reconoce el propietario “tuve que encontrar soluciones para hibridar motores completamente gestionados por la electrónica, adaptar el casco”. El costo total de este prototipo, que incluye una motorización nueva, un kit eléctrico, pruebas de pinturas submarinas ecológicas, un ancla GPS, inodoros secos y un refrigerador alimentado por paneles fotovoltaicos, asciende a menos de 400,000 €. De los cuales el 30% está financiado por la Región Sud. Este presupuesto sigue siendo muy inferior al de un barco nuevo de la misma categoría.

En términos de impacto ambiental, la renovación genera mucho menos CO₂ que una construcción nueva. Además, ha permitido que trabajen astilleros y artesanos locales, siendo los materiales aproximadamente la mitad del costo total.

Soluciones accesibles por menos de 5,000 €

Aunque la investigación fue costosa, los resultados han sido concluyentes. Jean-Pascal Plumier, fundador de la empresa OZO, especializada en motores eléctricos para bicicletas, ha adaptado sus kits a la navegación. “Con un sistema híbrido, utilizamos un pequeño motor eléctrico para las maniobras en el puerto, y el motor térmico toma el relevo en el mar, recargando la batería. Esto permite mantener el coste por debajo de los 5.000 €”, explica.

Estos kits están diseñados para ser adaptables a la mayoría de los pequeños barcos. Paralelamente, nuevos accesorios como anclas GPS, que evitan labrar los fondos marinos, se presentan a los navegantes como herramientas simples y efectivas para preservar la biodiversidad.

Una conciencia compartida

Para Antoine Cabassus, director del puerto de la Reserva gestionado por la Cámara de Comercio e Industria de Marsella Provenza, esta experimentación marca un punto de inflexión. “Nuestro puerto se ha convertido en un laboratorio para la navegación sostenible. Ya estamos recibiendo barcos de hidrógeno, eléctricos. Queremos mostrar que es posible otro camino”, subraya. El mismo discurso se escucha en Michel Lamberti, presidente de la Federación de Sociedades Náuticas de Bocas del Ródano: “O se vuelve a poner la alfombra y se olvida lo que se ha visto, o se actúa. Debemos acompañar esta transición, especialmente en la franja costera de 300 metros, donde la presión ecológica es más fuerte.”

La franja de 300 metros: un desafío crucial

Es precisamente en esta zona, donde se concentra el 80% de la biodiversidad marina, donde se llevan a cabo la mayoría de las actividades de recreo. Cyprien Fontvieille, director general de Neede, insiste: “Nuestro estudio lanzado en 2020 reveló la magnitud del impacto de los pequeños barcos en esta franja costera. Por lo tanto, hemos diseñado una ecología de soluciones, en co-construcción con las federaciones de navegantes. Una convención ciudadana para redactar una futura regulación, y una hoja de ruta para establecer una navegación descarbonizada para 2032 sería una herramienta particularmente eficaz y bienvenida”.

Un desafío económico y político

La Región Sud, una de las más turísticas de la costa mediterránea, se encuentra en el centro del debate. “Con más de 147 puertos y 60,000 anclajes, la navegación representa más de mil millones de euros en nuestra economía”, recuerda Christophe Madrolle, presidente de la comisión Mar y Litoral. “Debemos conciliar la atractividad económica y la protección del medio ambiente.” Pero el tema de la navegación recreativa sigue siendo delicado: reformar sin romper un pilar del turismo costero, avanzar sin castigar a los usuarios.

Hacia una navegación mediterránea más responsable

Mientras la UNOC reunía a líderes mundiales en Niza para pensar en el futuro de los océanos, Marsella estaba tomando acciones concretas. El paradoja es impactante: en el mismo mar, los cargueros deben reducir sus emisiones, mientras que los barcos de recreo, a veces más contaminantes por unidad, escapan a toda regulación. A través de sus pruebas, prototipos y experimentaciones sociales, la ciudad de Marsella demuestra que la transición no solo es posible, sino que ya ha comenzado. Solo falta que las instituciones involucradas se hagan cargo.

Los actores de Oxseagen “En ruta hacia el Mediterráneo del futuro”
Alexandre Michel Flandin, navegante experimentado, propietario del barco testigo “Michel-Ange”, Dominique Robin, director de AtmoSud, Michel Tagawa, presidente de la asociación de interés general Marcelle y Nous, operador del proyecto, Christophe Madrolle, presidente de la comisión Mar y Litoral de la Región Sud, Jean-Pascal Plumier, fundador de la empresa OZO, Cyprien Fontvieille, director general de Neede © DR

Foto de portada: Una experimentación a gran escala en Marsella © DR