Si la literatura es un arte de narrar y una forma viva de atención al mundo, entonces Roberto Saviano es un escritor de primer nivel, como hay pocos. Su nuevo libro, en torno a la figura del juez Giovanni Falcone, es un retrato raro, lleno de sutileza, introspección y pequeños detalles hábilmente documentados para contar esta vida secuestrada, bajo vigilancia estrecha, frente a las persistentes amenazas de la mafia.
« Estas páginas son un retablo fabricado con herramientas literarias ofrecidas por la novela », observa Saviano al inicio de su libro. Hay como un arte del pintor en este relato conmovedor, escrito como en un espejo por el autor que también vive bajo protección policial, tras sus revelaciones sobre la Camorra, la mafia napolitana, publicada en su libro, Gomorra, que se convirtió en una película exitosa, Gran Premio en el festival de Cannes. Para él, es casi una evidencia pintar, con pequeños toques, la figura emblemática del juez Giovanni Falcone, pasar así de Nápoles a Palermo, y contar el sur de Italia a través de lo peor de sus vicios, la criminalidad organizada de Cosa nostra.
El poder del « pulpo »
A través de la figura de Falcone, el autor nos ofrece una inmersión inigualable, nunca heroica, en el universo implacable de estos mafiosos, dispuestos a todo, y sobre todo a lo peor, para defender sus intereses, su depredación, su vertiginosa carrera hacia el dinero, sin límites. El tráfico de drogas y el blanqueo de dinero sucio están en el corazón de sus actividades mafiosas. El contrapeso es matar, asesinar a todos aquellos que pudieran obstaculizar su dominio sobre la sociedad y sobre el mundo político, comprometido, como el de la Democracia Cristiana de Andreotti y su hombre de confianza, Salvatore Lima, que sirve de correa de transmisión con los intereses mafiosos, y que será, por cierto, eliminada sin piedad una vez considerada como una « rama muerta » por el Capo, Toto Riina.
El libro comienza con un retrato impactante de Riina y su familia, en Corleone, al salir de la guerra. La violencia es fundacional, en la mirada de este niño, que nada podrá detener en su voluntad de conquista del poder dentro de la mafia. Considerado un campesino inculto, corleonés, eliminará uno tras otro a los líderes de la mafia palermitana e impondrá un poder absoluto.
Falcone, hijo de Palermo, conoce y comprende desde dentro este sistema de poder con numerosas ramificaciones. Logra desbaratar sus planes inventando un nuevo método, analizando especialmente los extractos bancarios para rastrear los caminos tortuosos del dinero sucio. Así, toma toda la medida del poder del « pulpo », que gobierna un mundo subterráneo con un poder creciente, a medida que el dinero de la droga se acumula. Nunca subestima los desafíos que estos enemigos plantean y el nuevo mundo, fuera de toda ley, que buscan instaurar.

La fuerza del derecho… y sus límites
Todo el arte de Roberto Saviano es contar, entrar en la intimidad del juez, de sus combates tempestuosos, dentro de la propia magistratura italiana, para hacer existir una justicia anti-mafia autónoma y estructurada. Las incomprensiones son numerosas, tanto como las rivalidades, frente a una figura que sabe imponerse y que finalmente obtiene resultados, frente al laxismo y la cobardía del mundo político que finge y desvía la mirada, cuando le conviene. El relato de lo que condujo al asesinato del general dalla Chiesa, en 1982, es revelador de esta carencia.
Nombrado con poderes supuestamente especiales para coordinar la lucha contra la mafia tanto a nivel nacional como local, se da cuenta muy pronto, ante uno de sus amigos periodistas, que todo esto « es una farsa. No hay lucha contra la mafia, ni poderes especiales. Aquí, nadie quiere luchar contra nada ».
Falcone sabrá sacar lecciones de esta deficiencia del Estado. Se organiza, crea con sus amigos magistrados una confraternidad basada en la confianza, y la desconfianza frente a las intrusiones y los golpes bajos, que vienen también desde dentro del mundo judicial. Busca desbaratar las maniobras dilatorias, los juegos sutiles de poder que tienen como objetivo apartarlo, mientras se convierte poco a poco en un personaje público imprescindible.
El arte de la novela
Hay algo de John le Carré en el arte de la novela de Roberto Saviano, para adentrarse en los entresijos del poder, sin perdernos nunca. Muy al contrario, nos arrastra, página tras página, en esta lucha desmesurada contra la Cosa Nostra. El relato sabe alternar las miradas y los puntos de vista, del mundo implacable de la mafia, de esos supuestos hombres de honor, que no tienen igual que su traición y su indignidad, al universo sutil del Consejo Superior de la Magistratura italiana, donde Falcone es casi sistemáticamente desautorizado y apartado de los puestos de responsabilidad, hasta estas figuras de magistrados tan valientes y decididos, constantes en sus luchas, en su voluntad inquebrantable de hacer justicia, como de aquellos que renuncian o traicionan…
El arte del retrato está en el corazón de la escritura de Saviano. Sabe magistralmente hacer existir figuras, que lejos de ser espectros, se convierten en personajes principales de esta escena judicial que se desarrolla en Palermo, y más allá. Crea una forma de presencia, de intensidad, de fidelidad a la vida, de atención tierna y delicada hacia los suyos. El personaje del juez Rocco Chinnici, que va a abrir literalmente las puertas a Falcone, es simplemente formidable. Entramos en la intimidad de su familia, de las comidas donde asocia a los magistrados aliados del grupo anti-mafia, de los espaguetis a la Chinnici, que disfruta compartir con sus amigos, y de su ejecución, espantosa. Estos soldados del derecho y de la justicia están allí, desarmados, un blanco colgado en la espalda por la mafia, y sin embargo resisten, resueltamente. Siguen sus investigaciones y van hasta el Maxi, el juicio extraordinario en Palermo, que fue posible gracias a las revelaciones de Tommaso Buscetta. Falcone está en la maniobra, aunque se le exige permanecer al margen. Quien va a juzgar a la cohorte de mafiosos es el juez Antonino Caponetto, « El monje », venido especialmente de Florencia, y que acepta esta pesada carga. Los diálogos, otro arte de la novela, imaginados entre él y Falcone, son de una fuerza ejemplar. ¿Cómo juzgar el mal? No se trata de teología, sino de justicia, de determinación frente a todas las intimidaciones, que no son simples palabras al aire, sino asesinatos, repetidos.
Toto Riina quiere impresionar al Estado, aterrorizarlo incluso para que renuncie a perseguirlos y para ello está dispuesto a todo. Saviano entra en su mente de asesino, en sus prácticas de crueldad sin límites, él que tiene como obsesión matar a Falcone, este juez que se ha convertido en un obstáculo a eliminar debido a su conocimiento íntimo de Cosa nostra y su determinación para combatirla.
La parte trágica de la existencia
Todo el final del libro está dedicado a las acciones llevadas a cabo por la mafia para eliminar al juez Falcone. Proceso ineludible que la forma de la novela logra hacer íntimo, hacernos captar, como desde dentro, a través de este sentimiento de miedo, legítimo, sentido por el juez, la vida enjaulada, prisionera constantemente de las escoltas policiales, que Saviano conoce íntimamente. Paso a paso avanzamos en los preparativos, minuciosos, para matar a Falcone, en su trayecto desde el aeropuerto de Palermo. Es una verdadera investigación llevada a cabo en torno a esta explosión, que provoca un profundo cráter en la autopista y un verdadero seísmo en la sociedad italiana.
Así hubo un antes y un después del atentado, el 23 de mayo de 1992, contra el juez Falcone.
La parte trágica de la existencia está en el corazón mismo de este libro, que sabe llevarnos gracias a su arte dominado del relato, y más aún, nos hace reflexionar sobre el coraje, la libertad, y lo que puede ser la fuerza tranquila de la justicia, la fuerza del derecho frente al derecho a la fuerza que la mafia se otorga y que nada detiene, salvo personalidades tan bien forjadas como Giovanni Falcone y… Roberto Saviano. Un libro indispensable para entender que… « el coraje es solitario ».

Foto de portada: el juez Falcone © DR