En Atenas, donde solo quedan unos pocos árboles y parques escasos, surge la pregunta sobre la relación de los niños con la naturaleza. Estudios han demostrado que la falta de contacto con el entorno natural puede afectar su salud física y su desarrollo cognitivo. Jugar en la naturaleza, según la investigación, estimula la creatividad y mejora las habilidades para resolver problemas. La educadora Vasiliki Kampilakou, consciente de esta carencia, fundó en 2005 en Dionysos, en Ática, la primera escuela forestal para niños pequeños.
«Todo comenzó con una necesidad personal mientras veía crecer a mi hija. Estaba tratando de encontrarle un espacio de socialización que combinara actividad física y naturaleza. Pero no existía nada así en Grecia. Buscando de forma online, encontré escuelas forestales en otros países europeos que parecen funcionar. Desde entonces, mi objetivo ha sido crear algo similar aquí», cuenta la Sra. Kompilakou.
Una idea nacida en Suecia
Después de mucho esfuerzo y un viaje a la lejana Suecia, donde la primera escuela forestal de Europa ha estado funcionando desde los años 80, Vasiliki Kampilakou finalmente logró crear algo similar en Ática (una región cercana a Atenas), bajo la supervisión del Ministerio de Educación. En "Pefkites"*, como se llama la escuela forestal, los niños tienen la oportunidad de aprender, jugar y cultivar.

Según la Sra. Kompilakou, es particularmente importante que, desde una edad temprana, los niños visualicen conceptos como curvas, ángulos y líneas en el espacio natural. "Del mismo modo, en la naturaleza, tienen la oportunidad de percibir sonidos muy difíciles de escuchar en espacios cerrados, donde generalmente tienen lugar la enseñanza de la primera infancia. Además, en el bosque, los niños aprenden lo que significa el trabajo en equipo al ayudarse mutuamente, por ejemplo, para cruzar un arroyo. A través de estos movimientos, se conectan entre sí", señala, destacando también la importancia de la aventura en la que los niños participan en plena naturaleza. "El mundo que nos rodea es fascinante. No necesitan un teléfono móvil o una tableta para adentrarse en mundos imaginarios y sentirse fuertes o competentes. Pueden explorar el cañón del bosque, correr o trepar a un árbol. En resumen, vivir momentos muy agradables en tiempo real y en el espacio real".
Un programa alejado de los estándares escolares
La vida cotidiana en la escuela del bosque no tiene absolutamente nada que ver con la de un estudiante clásico. El programa comienza a las ocho de la mañana y tan pronto como los nueve estudiantes del jardín de infancia están reunidos, se prepara un desayuno con frutas orgánicas que ellos mismos han cultivado. Luego, siguen varios paseos por el bosque, donde los carteles dan instrucciones: "cuenta los tonos de verde que te rodean" o "acuéstate, mira al cielo, ¿qué ves?". Después, se dirigen a la orilla del río donde hay mucha arena y construyen estructuras con sus propias manos. Luego, si es la temporada, asan castañas alrededor del fuego encendido por la educadora. Allí, todo el grupo se reúne y cuenta historias, generalmente inspiradas en los estímulos que han captado la atención de los niños en el bosque. Al mediodía, almuerzan bajo los plátanos y en caso de lluvia, se refugian en la cabaña que han construido en el bosque. "Los pasatiempos favoritos de los niños son rodar en las hojas caídas y trepar a los árboles", explica la Sra. Kompilakou.
El objetivo de esta filosofía educativa específica es expandirse a otras escuelas en toda Grecia porque, como señala Vasiliki Kampilakou, el contacto con la naturaleza es la belleza de la vida. "Es una lástima que vivamos en un país con tanto sol, con un clima tan suave que permitiría la existencia de decenas de estas escuelas. Sin embargo, solo hay una escuela forestal, y transmite la sensación de que el aprendizaje puede ser algo muy hermoso y experiencial", concluye.
* La raíz de la palabra Pefkites es pefko (πεύκο) y significa el pino.
